domingo, abril 10, 2005

No pasa nada (¿O sí?)









El desafuero de Andrés Manuel López Obrador no es como para rasgarse las vestiduras,de acuerdo a la caricatura dominical de Calderón en Reforma.
Vaya, hasta los medios le han bajado el tono a la información política, como si no pasara nada.
Por ejemplo, Milenio en sus trascendidos, se ha olvidado de la estridencia. ¿Se queda solo el Peje?:
Que en la dirigencia del PVEM cuentan que, poco antes de la votación para desaforar a López Obrador, el coordinador priista de la Cámara de Diputados amenazó al coordinador del Verde, Manuel Velasco.

Emilio Chuayffet, dicen, advirtió al diputado ecologista que operaría para lograr su destitución si éste no votaba a favor del desafuero.

La bancada del Verde se dividió en partes iguales, pero su coordinador votó en contra; es decir, “le echó carácter”.

Que el senador ex priista y hoy candidato a gobernador en Nayarit por el PRD, Miguel Ángel Navarro, se sumará al ayuno que harán los legisladores de este partido el próximo martes, frente a Los Pinos.

El único que no participará es el capitalino Demetrio Sodi, abierto opositor de Andrés Manuel López Obrador.

Que una pequeña cafetería que se encontraba frente al edificio donde vive López Obrador fue rentada por Nicolás Mollinedo, coordinador de logística del Gobierno del Distrito Federal, para convertirla en su oficina.

Que apenas se enteró el delegado de Coyoacán, Miguel Bortolini, de que el parque Javier Margáin sería la sede de las conferencias mañaneras del jefe de gobierno, ordenó limpiar el lugar y dejarlo como nuevo.

Que casi a la misma hora que Nahúm Acosta era liberado, el subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos asistía a misa.

La iglesia en la que estuvo, por cierto, está a unos metros del departamento del jefe de gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador.

Que a ocho días de dejar su cargo como presidente del PRD en la Ciudad de México, Agustín Guerrero ya tiene un nuevo trabajo y ahora encabeza el Movimiento Ciudadano por la Libertad de René Bejarano.

Guerrero utiliza un moño verde, que usan los bejaranistas para hacer ostensible que demandan la liberación de su líder, en lugar del moño tricolor, que emplean el resto de los perredistas para oponerse al desafuero.

En Reforma, Templo Mayor, la columna política que firma F.Batolomé, apenas dedica tres insulsos párrafos a Andrés Manuel. ¿Tan pronto se olvidan del él?
"PATRIA para el humillado" fue una frase que apareció en los dos discursos del Peje.

ESA ORACIÓN es del poema dedicado a Emiliano Zapata en el libro "Canto General" del chileno Pablo Neruda.

EL TABASQUEÑO usó sólo esa frase y omitió otras del mismo poema como "La tierra se reparte con un rifle" y "Levántate y cabalga con Zapata". ¿Casualidad, mesura o estrategia?

Francismo Garfias, aporta en Milenio algunos datos más. El columnista saca su bola de cristal, y le endilga a López el título de "El Mandela mexicano", ¡ja, ja, ja!:
Mucho antes de que Andrés Manuel López Obrador fuera desaforado y separado de su cargo, Jorge Castañeda comentaba en corto que los diputados deberían responder a dos preguntas antes de emitir su voto en el Juicio de Procedencia: ¿se le puede ganar en las urnas? ¿Es grave para el país que sea presidente durante seis años? El Güero está convencido de que no hay forma de derrotarlo con votos; y que sí es grave que se convierta en el sucesor de Vicente Fox en 2006.

Es evidente que el cálculo de los priistas fue que no se le puede ganar en las urnas. Es evidente también que eran palabras huecas las aseveraciones de Roberto Madrazo en el sentido de que quería enfrentar a su paisano en las elecciones. Priistas indiscretos han contado la forma como el jefe nacional del tricolor presionó a sus diputados en la Sección Instructora, donde el PRI tenía el 50 por ciento de los votos, para sacar adelante el dictamen, y para que fuera aprobado por el pleno. Eso del “voto libre y en conciencia” resultó puro cuento.

Las ventajas políticas (para Madrazo y Creel) de sacar a López Obrador de la carrera por la Presidencia de la República ya empiezan a reflejarse en las encuestas. El tabasqueño priista, en un escenario sin El peje, le descontó de golpe diez puntos al puntero en las intenciones de voto. Madrazo está sólo a cinco puntos de Creel, quien las encabeza; y a dos de Cuauhtémoc Cárdenas, que da un enorme salto y se coloca en segundo lugar (Reforma, 9 de abril).

El beneficio, ya lo vimos, es inmediato. ¿Y después? Contra su costumbre, esta columna saca su bola de cristal y adelanta que el desafuero no sólo tendrá un enorme costo nacional e internacional para el gobierno de Fox y su partido (¿Leyó últimamente The New York Times, The Washington Post, Financial Times, Le monde y El País?), sino que el PRI también pagará la factura en términos de intención de voto. Al tiempo…

A propósito de cómo ven los extranjeros el desafuero. El profesor estadunidense George Graysson, mexicanólogo amigo de esta columna, nos escribe para darnos su punto de vista. Pronostica que el desafuero le permitirá a López Obrador dramatizar su papel de Mandela mexicano perseguido por ‘abogados del neoliberalismo’, cuyas políticas de explotación se han traducido en pobreza, desempleo y miseria.

El profesor pronostica que a menos que haya un arreglo con el Poder Judicial, ningún juez se atreverá a librar una orden de aprehensión en contra de López Obrador por abrir una calle hacia un hospital. Dice más: “Si López Obrador es sacado definitivamente de la contienda presidencial de 2006, el proceso carecerá de legitimidad para, al menos, un tercio de los electores”. Y se quedó corto.

Este tecleador —como diría mi querido colega Julio Hernández— confiesa que le falló el cálculo político. Le parecía —y le sigue pareciendo— descabellada la idea de desaforar al tabasqueño y, por esta vía, sacarlo de la elección presidencial. Siempre sostuvo —y sostiene— que es una torpeza política construirle un altar a San Andrés Mártir (los mártires son indestructibles) y que el desafuero le pavimenta a Andrés el camino hacia Los Pinos.

Para Raúl Trejo Delarbre, el desafuero fue un mero incidente, muy lejano a las apocalíticas consecuencias para la democracia que algunos predicen. Escribe así en La Crónica:

Los diagnósticos apocalípticos ante las consecuencias del desafuero han menudeado antes y después del jueves. Estamos, se dice, ante los funerales —alguien ha dicho descarrilamiento— de la democracia mexicana; es la rendición de la República ante una decisión facciosa; se trata de un golpe de Estado; es la ruptura de la legalidad como marco de la lucha política. En tales apreciaciones coinciden lo mismo partidarios de Andrés Manuel López Obrador que observadores críticos —otros no tanto— que desde dentro y fuera del país se preocupan por la situación mexicana.
Son muchas voces, entre ellas algunas respetables, pero nos parece que todas ellas se equivocan en su apreciación fundamental. El desafuero aprobado el pasado jueves 7 de abril por una subrayada mayoría en la Cámara de Diputados constituye uno de los episodios más penosos y riesgosos de la transición política mexicana. Pero ese proceso no se desvanece, ni termina, en el incidente que ahora todos comentamos.

Y sigue así Trejo Delarbe: