Esta es la tesis que defiende Carlos Ramírez en su columna Indicador Político del 28 de febrero:
Asesorado por importantes ex operadores del PRI, Andrés Manuel López Obrador ha comenzado a aplicar las técnicas de ocupación de espacios del viejo partido tricolor.
Una de ellas es la utilización de las plumas periodísticas del PRD como antes funcionaban las plumas del PRI.
Se trata de periodistas, analistas e intelectuales que militan de alguna manera en el PRD pero que usan sus espacios periodísticos para criticar al PRI y al PAN, aunque sin señalar sus participaciones directas en las campañas del partido del sol azteca.
Se trata, en el fondo, de un engaño a los lectores que suponen posiciones críticas producto de la convicción.
Pero no es así. Son plumas periodísticas ligadas orgánicamente al PRD.
Por ejemplo, la escritora Guadalupe Loaeza no pierde oportunidad en escribir irónicamente -aunque no siempre con fortuna- contra personajes del PAN y del PRI, sobre todo sus candidatos.
Sólo que Loaeza pertenece a grupos de campaña promotores de la candidatura de López Obrador. Pero en su espacio periodístico de Reforma no se aclara esa definición de partido y de candidato.
A este grupo de plumas del PRD y de López Obrador se acaba de sumar el escritor Juan Villoro, de la camada de narradores con reconocimiento internacional y premiado en España.
Sólo que Villoro ya no es un analista político objetivo, sino que forma parte formal del consejo consultivo para el programa de gobierno de López Obrador que coordina -en uno de sus muchos vuelos de trapecista ideológico- Porfirio Muñoz Ledo. Es decir, es una pluma de campaña.
Y por ahí anda también Carlos Monsiváis, simpatizante de siempre de la izquierda. Sólo que hay que aclarar que Monsiváis ya no es el intelectual que critica al poder sino que es una pluma al servicio del PRD. Y lo que es peor, se trata del mismo Monsiváis que fue asesor de Carlos Salinas y miembro del consejo consultivo del Pronasol en el sexenio salinista.
Monsiváis anda, pues, engañando a sus seguidores y fans porque ya no es el intelectual crítico del poder sino el corifeo del PRD en el poder.
Monsiváis, además, acaba de estrenarse como jilguero de la campaña presidencial del candidato perredista López Obrador.
El escritor que había guardado cierto prurito respecto al poder participó como orador -o jilguero de campaña, como se le conoce en la jerga priísta a quienes dicen discursos delante del candidato en una campaña- en Guelatao con una pieza de exaltación de Benito Juárez en el mismo tono losinjero del lenguaje priísta.
Por tanto, la polémica de Monsiváis con el secretario de Gobernación, Carlos Abascal, no es la de un intelectual independiente sino de un miembro de la campaña de López Obrador.
En la misma tónica hay que asumir las críticas de Juan Ramón de la Fuente, rector de la UNAM, porque ya no es el encargado de operar una universidad marcada por la universalidad de las ideas sino que lo hace como secretario de Gobernación designado del equipo de campaña de López Obrador.
De la Fuente, por tanto, carece de autoridad política para criticar al poder porque es parte del equipo de campaña del candidato del PRD a la Presidencia de la República.
La lista de plumas del PRD -o de plumíferos, como se les conocía a los que cumplían con esa nada grata tarea en el PRI- es amplia.
Por ejemplo, el periodista Ricardo Rocha no deja pasar semana sin criticar severamente en El Universal al presidente Vicente Fox o a los candidatos Roberto Madrazo y Felipe Calderón, pero lo hace como militante de la campaña del candidato presidencial perredista.
Es decir, Rocha ya perdió objetividad. El domingo pasado estuvo en el selecto grupo de lopezobradoristas en el Zócalo. Rocha puede hacer análisis de fondo, pero hay que leerlo como militante de la campaña del PRD.
Otros analistas quieren engañar a sus lectores sin aclarar su militancia.
Sus textos pueden ser profundos e intelectuales, pero tienen la obligación profesional de señalar que forman parte de la campaña de López Obrador.
Es ese papel estaría, como otro ejemplo, el historiador Lorenzo Meyer, sin duda de los mejores herederos intelectuales de Daniel Cosío Villegas.
Pero los artículos semanales de Meyer en Reforma están contaminados de su militancia en el equipo de asesores intelectuales de López Obrador.
En este caso no se cuestiona la calidad del análisis sino que se difundan textos contra el PRI y el PRD sin aclarar que lo hace un militante de la campaña perredista de López Obrador.
En el mismo caso se encuentran muchos de los caricaturistas que no dejan pasar oportunidad para criticar severamente a Fox, a su esposa, a Madrazo o a Calderón.
Pero se trata de caricaturistas -sobre todo los de La Jornada y El Universal- que han tenido y tienen militancia activa en el PRD.
Sus trabajos en realidad no pierden calidad sino que deben ser leídos como parte de la campaña presidencial del candidato perredista.
El abogado Juventino Castro se encuentra en las mismas situaciones. Al jubilarse de la Suprema Corte, Castro desarrolló una propuesta de concientización de la sociedad a través de un grupo.
Pero ahora Castro es asesor jurídico de López Obrador. Por tanto, su fundación perdió credibilidad social y debe ser asumida como parte indirecta de la campaña de López Obrador a la Presidencia de la República.
Las plumas -o los plumíferos del PRD- tienen el mismo venero del PRI.
En ese caso estaría también Enrique del Val, secretario general de la UNAM y operador político del rector perredista De la Fuente.
Los textos de Del Val en El Universal pueden ser brillantes, pero carecen de la objetividad periodística y deben ser asumidos como parte de la campaña de López Obrador.
Igual los textos de Gustavo Iruegas, Miguel Angel Granados Chapa, Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero, Agustín Basave, René Drucker, Luis Mandoki, Federico Arreola, Manuel Camacho, Rogelio Ramírez de la O, Elena Ponoatowska y otros que no tienen la objetividad del análisis porque practican la militancia en el PRD o en la campaña de López Obrador.
Así que no hay que dejarse engañar por el periodismo de la campaña perredista. Las plumas del PRD no hacen periodismo sino propaganda. cramirez@lacrisis.com.mx