La Hora Cósmica
Por Cosme Haces
Si como dicen, Dios escribe derecho con líneas torcidas, ayer, Ana Teresa Aranda se topó con una de ellas.
Con una carretera torcida, más bien.
Con una curva traicionera que la sacó del camino con unas costillas rotas y maltrecha.
Fue un hecho lamantable que puso en peligro su vida y la de sus acompañantes.
Pero que sirvió también para poner en evidencia, que Ana Tere es una batalladora.
Andaba en campaña; recorriendo los caminos de Puebla reclutando simpatizantes.
Sin caravana, sino en un simple Ford Fiesta.
Sin comitiva: sólo con otros tres colaboradores.
Sin apoyo logístico que le preparara las rutas apropiadas ni que le abriera camino.
Sin equipo de avanzada que tuviera previstas, solucionadas y a punto las necesidades y características de cada etapa.
Sin despliegue de recursos: un tamal, atole y jugo para desayunar en el camino y a toda marcha en un apretado coche.
Temple
Son datos que revelan el temple de una aspirante independiente a gobernadora que va a enfrentarse a la maquinaria electoral aplastante de un gobernador que quiere sacar adelante a toda costa y con recursos ilimitados a su candidato.
Y que sabe también que tendrá enfrente a otra maquinaria electoral tan aplastante como la anterior, la del PRI, que igualmente va a poner en juego todos sus recursos para recuperar Puebla, incluso con el apoyo presidencial.
Revelan el temple de una mujer que incluso minutos antes de entrar en el quirófano, según relatan los medios, tuvo ánimos para enviar un mensaje telefónico a sus seguidores:
“Muchas gracias por su interés, me siento aporreada, pero muy fuerte de ánimo, muy fuerte de convicción para poder seguir dando la pelea, entonces no se me rajen, muchachos, vamos con todo y hasta la victoria”.
Goliat
El accidente de Ana Tere inevitablemente lleva a recordar ese otro que le costó la vida a Manuel J. Clouthier.
O el asesinato de Luis Donaldo Colosio en plena campaña electoral.
En ambos casos, esos hechos influyeron en la historia y en alguna forma transformaron el curso político del país.
La muerte de Maquío, lo convirtió en un símbolo para el panismo. Para un panismo combativo al que inspiró para tomar el poder.
Y la muerte de Colosio, que impulsaba una apertura democrática en el PRI, convenció al partido hegemónico de que los tiempos habian cambiado. Su reemplazo, el presidente Zedillo no tuvo más remedio que ceder el poder a la oposición.
Y aquí es donde las líneas torcidas de Dios pueden llevar a una meta derecha:
El accidente de Ana Tere, sin duda va a darle relevancia a las candidaturas independienes en Puebla: a la suya y a las de la otra media docena de aspirantes.
Son David contra Goliat.
Lo cierto es que unas costilla rotas no van a frenar a Ana Tere.
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