jueves, enero 22, 2009

Yo digo no a la pena de muerte


Alfonso Díaz Ordaz, envía el siguiente comentario:


Lamento que el congreso abra el debate sobre la pena de muerte, lamenté en su momento el debate sobre el voto de los mexicanos en el exterior y sobre la reforma energética, en el primer caso siempre pensé que los que hemos decidir nuestro futuro, somos nosotros mismos, imagínate el caso hipotético de Puebla, es muy probable si se admite el voto de los migrantes que desde Nueva York se decida quien nos debe gobernar aunque a los gobernados, que son los que nos quedamos a vivir aquí no nos guste.

El caso de la reforma energética fue una guerra de demagogias entre el si y el no, ni siquiera fue una guerra de vanidades pues para ser vanidoso se necesita cuando menos un poco de clase, resulto verdaderamente lamentable ver a unos y otros revolcándose en el suelo y lamentando la postura de sus adversarios con llantos mas dramáticos que reales y la República "valiendoles madres".

En el caso que me preocupa, temo que al final de todo, como en todo resulte un churro de reforma penal sin importar el asunto medular, creo como la gran mayoría que a un secuestrador, a un violador o a un asesino implacable lo deberían freír en un perol a fuego lento para que sufra y se muera, a un narco menudista, pervertidor de menores aplicarle la peor de las torturas, como ponerle narraciones del perro Bermudes las 24 horas del día durante una semana al mes para que muera lentamente enloquecido, pero, si existiera la posibilidad por muy remota que esta sea de ejecutar a un inocente, prefiero que no exista la pena de muerte y por supuesto que no nos desgastemos en un debate tan innecesario como demagógico.

Recordemos que vivimos en un país en el que la fabricación de culpables es una práctica muy común y que no ha tenido consecuencias mayores, gracias a que la pena de muerte no existe y en algunos casos a que hay jueces con muchos pantalones (María Claudia Campuzano) que no sentencian si no existen suficientes pruebas, que es obligación del ministerio público el aportarlas.

Yo digo no a la pena de muerte.

Saludos cordiales,
Alfonso Díaz-Ordaz B.

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