lunes, febrero 16, 2009

Carpinteyro tenía las grabaciones de Téllez

El periódico Impacto, que dirige Juan Bustillos, destaca este día como su información principal en primera plana: Cofetel gravó a Luis Téllez.

El diario narra el momento en que la subsecretaria Purificación Carpinteyro pretendía entregarle al presidente Calderón, un disco con las grabaciones hechas al secretario de Comunicaciones y Tranportes.

Todo un sainete.

Esta es la información de Impacto:

DATOFILTRACIÓN.
Lo que está por definirse es quién filtró antes de concluir la semana pasada el contenido de las grabaciones que Calderón se negó a escuchar:

EL IMPACTO DE LA NOTICIA
Carpinteyro arribó en septiembre del 2008 a la Subsecretaría de Comunicaciones y Transportes proveniente del Servicio Postal Mexicano. La cercanía con el Presidente Calderón le permitía sospechar que su destino era suceder al secretario Téllez

JUAN RAMÓN BUSTILLOS
Los comensales de Miguel Alessio Robles no daban crédito a lo que escuchaban. Creían que el Consejero Jurídico de la Presidencia de la República en realidad les contaba una historia de espías.Pero no, aquella noche Miguel Alessio Robles se concretó a narrar con lujo de detalles un episodio del que fue testigo presencial: la negativa del Presidente Calderón a recibir o escuchar las grabaciones ilegales de las llamadas telefónicas de Luis Téllez que la ex subsecretaria de Comunicaciones, Purificación Carpinteyro, pretendía entregarle.

Conforme a la narración de Allesio Robles a un grupo de consultores de proyectos de la iniciativa privada (que IMPACTO ha confirmado en dos fuentes distintas), la negativa presidencial a escuchar las conversaciones telefónicas del secretario de Comunicaciones y Transportes fue la gota que derramó el vaso. Del encuentro en Los Pinos Carpinteyro salió convertida en ex Subsecretaria, si bien se tomó unas vacaciones para que la defenestración no pareciera cese.

Pero el auditorio de Alessio Robles no terminó de sorprenderse aquella noche de revelaciones sensacionales. No fue Carpinteyro la autora de las grabaciones a Téllez (las mismas que publicó el viernes pasado Ramón Alberto Garza en su Reporte Indigo y reprodujo El Universal), sino el presidente de la Comisión Federal de Telecomunicaciones, Héctor Osuna, que se ha distinguido por mantener un enfrentamiento permanente con el secretario de Comunicaciones.

Carpinteyro arribó en septiembre del 2008 a la Subsecretaría de Comunicaciones y Transportes proveniente del Servicio Postal Mexicano. La cercanía con el Presidente Calderón le permitía sospechar que su destino era suceder al secretario Téllez.Muy pronto confirmó sus pensamientos, pues en noviembre de ese mismo año, a partir del accidente aeronáutico en que perdió la vida Juan Camilo Mouriño, se encargó casi en totalidad de los asuntos de la dependencia, pues el titular se dedicó de tiempo completo a disipar las sospechas de que el siniestro hubiese sido causado por un atentado terrorista o que el secretario de Gobernación piloteara la nave.

A partir de entonces, Carpinteyro mantuvo un enfrentamiento permanente con el secretario Téllez intentando a toda costa deshacerse de él. Uno de los últimos episodios fue el desencuentro con el concesionario de MVS Multivisión, Joaquín Vargas, basado en información falsa que la Subsecretaría habría utilizado presumiblemente para ejercer extorsión sobre el empresario.

El asunto llegó hasta Los Pinos en donde se desarrolló una especie de juicio sumario en el que rodaría la cabeza de Téllez. Presentes estaban el Presidente Calderón, el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont; el secretario de Comunicaciones, Téllez; el consejero Jurídico de la Presidencia, Miguel Alessio Robles, y la subsecretaria Carpinteyro.

El encuentro fue álgido, pero llegado el momento en que Carpinteyro perdió el debate técnico ante Téllez, abrió su bolso y en un acto espectacular sacó un disco de computadora que empezó a girar con su dedo.Esto, dijo al Presidente Calderón, palabras más o menos, son grabaciones de las conversaciones telefónicas de Luis.

No pudo decir más porque el mandatario la paró de tajo aduciendo que de ninguna manera permitiría poner en sus manos o que le hicieran escuchar el producto de un acto ilícito, como son las grabaciones telefónicas a un ciudadano realizadas sin su consentimiento.

En ese momento terminó la carrera pública de Carpinteyro, pero también se enteraron los presentes que las conversaciones no fueron grabadas por ella sino por otro personaje que le evitó la molestia de hacerlas, el presidente de la Cofetel, Héctor Osuna, que también quiere el puesto de Téllez.Esto y más fue narrado por el Consejero Jurídico de la Presidencia al grupo de consultores en proyectos que cenaron con él hará dos semanas.

Lo que está por definirse es quién filtró antes de concluir la semana pasada el contenido de las grabaciones que Calderón se negó a escuchar: Carpinteyro para vengarse de Téllez, u Osuna que creyó que el secretario está debilitado por la revelación de la grabación en la que asegura que Carlos Salinas dispuso de la mitad de la cuenta secreta de la Presidencia.

Sobre este asunto versa también la columna de Juan Bustillos, Sólo para iniciados, en el mismo diario:


Bien por el Presidente de la República que no cayó en la trampa que la entonces subsecretaria de Comunicaciones le tendió frente a Fernando Gómez Mont, Luis Téllez, Miguel Alessio Robles: recibir o escuchar una conversación telefónica grabada sin consentimiento del ciudadano que fue objeto de la atención de sus espías, mejor dicho, de los del presidente de la Cofetel, Héctor Osuna.

Si Calderón hubiese recibido el disco que le ofrecía Purificación Carpinteyro o lo hubiese escuchado en la reunión en la que participan los secretarios de Gobernación y de Comunicaciones, así como el consejero jurídico de la Presidencia, se habría convertido en cómplice de un ilícito con penas mayores o menores, pero inadmisible en quien ha jurado respetar y hacer respetar la Constitución.

No se ha resuelto el debate en torno a lo que puede hacer o dejar de hacer la prensa en este tema, pero los periodistas no somos presidentes de la República y, en todo caso, airear la información es una de nuestras obligaciones. El jefe del Ejecutivo federal, en cambio, está sometido a otras reglas.

Que muchos sufren espionaje telefónico es apenas lugar común; sólo a quien no es importante no le colocan cocas en el refri ni los pájaros se cuelgan de su alambre.

El Estado, hay que aceptarlo, aunque sea a regañadientes, está obligado a saber qué hacen sus ciudadanos notables. Para eso están el Cisen y una serie de organismos de nombres diversos que vigilan en nombre de la seguridad nacional.

Pero hay un abismo entre esto y que un funcionario pretenda enfrente de testigos entregar en manos del Presidente un documento de esta naturaleza; entre otras cosas por mero sentido común porque cualquier secreto que compartan más de uno deja de serlo.Y así le pasó al espionaje que hizo para Carpinteyro el presidente de la Cofetel, Héctor Osuna. Como relata IMPACTO, apenas terminó la reunión en Los Pinos, el consejero jurídico de la Presidencia, Miguel Alessio Robles, salió corriendo a platicarlo a un grupo de amigos.

Es de imaginar lo que habría ocurrido si Calderón hubiese aceptado y compartido el obsequio de Carpinteyro con los presentes. Serían cómplices de doña Purificación y la denuncia de Téllez podría alcanzarlos.

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