Son psicópatas con una personalidad arrogante pero encantadora
Están fisiológicamente subactivados, buscan la novedad
En México, donde a diario el narcotráfico deja una decena de muertos y al menos una balacera, el ser sicario pareciera ya un "trabajo" como cualquier otro, con individuos que matan "rápido y limpio" o que, como El Pozolero, disuelven cádaveres en ácido por 600 dólares (unos 9 mil pesos).
De acuerdo a un reportaje de la agencia AFP, expertos mexicanos en psicología criminal y jurisprudencia llegaron a esa conclusión al estudiar el fenómeno de los sicarios del narcotráfico y a Santiago Meza López El Pozolero, detenido en enero pasado y que confesó haber disuelto en ácido unos 300 cuerpos por encargo de un cártel.
Los sicarios "se sienten muy orgullosos de hacer su trabajo, porque ellos dicen que salen a trabajar", explicó durante una conferencia la psicóloga Feggy Ostrosky, quien en cárceles mexicanas ha estudiando a más de 270 criminales de distinta peligrosidad, incluidos asesinos a sueldo del narcotráfico.
La violencia del narcotráfico se ha acrecentado a niveles inusitados en México, donde 5 mil 300 personas murieron en 2008 por la guerra desatada entre varios cárteles de la droga por el control de los mercados, en particular el de Estados Unidos.
La forma de trabajar de los sicarios es "limpia y rápida", tienen poco contacto con sus jefes, "sólo los llaman cuando tienen que darles un blanco a eliminar", y utilizan códigos de comunicación creados por ellos mismos "para evitar que alguien ajeno a la conversación los entienda", añadió.
El componente económico, añade por su lado Martín Barrón, jurista e investigador del Instituto de Ciencias Penales (Inacipe), es sin duda uno de los mayores atractivos para enrolarse como sicarios, como ocurrió con El Pozolero, un hombre de 45 años que antaño fue albañil.
Le pagaban 600 dólares (por disolver un cuerpo). Si había sido albañil, ¿cuanto ganaría? ¿A poco ganaría los 600 dólares? Tenemos ahí un problema de economía. El sujeto se dedica a eso por una cuestión estrictamente económica.
Ostrosky describe a los sicarios como psicópatas "que no están locos, sino muy cuerdos", con una personalidad arrogante pero al mismo tiempo encantadora, incapaces de experimentar simpatías y sin sentimientos de culpa.
"Si les dicen: 'estás matando un señor que es como tú, que tiene hijos'; ellos dicen: 'pues éste es mi trabajo'", añadió la experta al subrayar sin embargo que son empleados "desechables con un promedio de vida útil que no pasa de tres años" porque terminan asesinados por rivales o sus propios jefes.
La galería del horror del narcotráfico en los últimos años incluye asesinatos masivos, cuerpos decapitados apilados, cabezas arrojadas en la pista de baile de un bar, un decapitado con una cabeza de cerdo sobrepuesta en un panteón o los cuerpos disueltos en ácido por El Pozolero.
“¿Cuántos pozoleros existen?, ¿cuántos los tendrán?", cuestiona Barrón, mientras que Ostrosky asegura que en sus estudios a sicarios ha encontrado al menos otro hombre que se dedicaba a disolver cuerpos en sustancias químicas por encargo del narcotráfico.
Y la reacción de la sociedad mexicana, añade Barrón, "es el chiste de humor negro", con la "receta secreta" de El Pozolero difundida detalladamente por los medios de comunicación a partir de los interrogatorios difundidos por las mismas autoridades. “
El Pozolero tiene ya dos corridos (canciones que narran aventuras de criminales). Si hablamos de que un grupo las toca y la gente las escucha, entonces este hombre está siendo aceptado por ciertos sectores. ¿No será que como sociedad ya nos hemos acostumbrado a esto?
Por su parte, Feggy Ostrosky realizó varios estudios tras los cuales concluyó que el cerebro de un sicario del narcotráfico permanece indiferente ante las imágenes del horror como parte de la alta psicopatía que los caracteriza.
La investigadora ha realizado pruebas electrofisiológicas a criminales de alta peligrosidad, a los que muestra una serie de fotografías con imágenes agradables, de horror y neutras y ante las cuales el cerebro debe registrar una actividad eléctrica.
Una persona supuestamente normal genera rápidamente este componente de actividad eléctrica ante las imágenes, pero hemos visto que en sicarios no generan nada.
Los sicarios "están fisiológicamente subactivados", buscan la novedad y las emociones, añadió Ostrosky al explicar que uno de los que estudió en prisión se definía a sí mismo "como bien loco" porque solía sacar chiles verdes muy picantes y se los comía de repente.
Pero los asesinos a sueldo, no se vuelven así por nada, sino que muchos de ellos tienen tras de sí una historia de abusos y estrés, con una infancia caracterizada por una desatención paterna y severos castigos corporales.
La investigadora también ha definido tres subtipos de sicarios, como el "fracasado", que mata por encargo "para no ser un delincuente de poca monta"; el "sádico", que "experimenta placer al hacer sufrir a su víctima", y el "voluble-dependiente", que encuentra una razón de ser en el ser sicario y necesita asociarse con poderosos.
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