Así viene la síntesis de artículos:
Errores tras Sarkozy
Excélsior, p. 20/Primera-Opinión
León Krauze
Perdón que regrese al tema, pero no hay vuelta de hoja. Si un lector cualquiera se diera una vuelta por la prensa nacional en los días que siguieron a la visita de Nicolas Sarkozy, la conclusión inevitable sería que la jornada del presidente francés en México fue un fracaso épico para el gobierno de Felipe Calderón. “Sarkozy jugó de local”, leí por allá. “México salió perdiendo”, leí por acá. En todos lados, la sentencia fue prácticamente unánime: desde ya, la de Sarkozy merece un lugar en los anales de las visitas ignominiosas de jefes de Estado a México; digna, incluso, de compararse con el “comes y te vas” de Vicente Fox a Fidel Castro. ¿Cuáles son los argumentos detrás de la sentencia mediática? Empecemos por el caso Cassez.
Internet contra el crimen
Reforma, p. 11/Primera - Opinión
Juan E. Pardinas
Una tarde de mayo del 2006, una mujer de nombre Ivanna olvidó su teléfono celular en un taxi en Nueva York. En la memoria del aparato, además de su agenda e información personal, también estaban almacenados los contactos clave para la celebración de su boda: desde la lista de invitados hasta los teléfonos de la empresa que prepararía el banquete. La compañía telefónica tenía almacenada toda esta información en sus servidores, por lo cual, al comprar un nuevo aparato, también le devolvieron la memoria de su antiguo celular. Junto con su información personal, Ivanna recibió correos electrónicos, fotos y datos de Sasha, una adolescente que se había encontrado su otro teléfono en el taxi neoyorquino.
México y Francia
El Universal, p. 21/Opinión
Jean Meyer
Hace 10 años que un presidente francés no visitaba México. Nicolas Sarkozy, al convertirse en el gran interlocutor europeo con nuestro país, tendrá a bien evitar que tarden tanto los encuentros al más alto nivel. En diciembre del año pasado, en la reunión anual entre Brasil y la Unión Europea, en los últimos días de su presidencia europea, Sarkozy proclamó a Brasil “gran aliado estratégico” de Europa; un aliado que firmaba en el mismo momento acuerdos de transferencia tecnológica, construcción en Brasil de 50 helicópteros artillados, compra de cuatro submarinos convencionales y de una o de varias centrales nucleares.
¿Intervención? No, andanzas de un galo feliz
Excélsior, p. 21/Primera-Opinión
Francisco Javier Acuña
Cual pizca de sal sobre la piel del caracol nacional cayó el talante del viajero Nicolás Sarkozy. Pocas veces una visita accidental que en su origen iba a ser un tema privado -”aprovechada” por la cancillería mexicana para convertirla en gira oficial- desemboca en un incidental ejercicio de antidiplomacia entre dos gobiernos. Como una centella que entra por una casa brincando de cristal en cristal hasta dejar montoncitos de vidrios rotos, así puede narrarse el curioso paso del consorte de madame Bruni; el desaguisado sólo podría haber sido capturado por la sátira en frases de Balzac o por la descripción irrefutable en una letal viñeta de Daumier o de una picara ilustración de Gavarni.
En términos musicales el periplo podría sonar como un estridente arreglo de la Marsellesa con injertos del Can Can y en los coros fragmentos de Milord en la perenne voz de Édith Piaf.
Sarkozy, ¿nueva versión de Napoleón III?
Excélsior, p. 21/Primera-Opinión
René Avilés Fabila
En uno de sus mejores momentos políticos, Charles de Gaulle, tenaz jefe de la resistencia francesa, héroe de guerra, teórico militar, exaltado nacionalista, vanidoso incorregible, escritor de memorias que consolidaron la admiración de André Malraux, presidente de Francia, vino a México a entrevistarse con Adolfo López Mateos. ¿A qué venía, a conocer al autor del libro de texto gratuito, a conversar con el agudo Jaime Torres Bodet, a quien Calderón citó equivocadamente? No, hacía política para devolverle a su nación la grandeza deteriorada. Eran los tiempos de la Guerra Fría y Francia no quería ser un país marginal al conflicto entre dos naciones que se hacían llamar superpotencias.
¿Crecimiento?
Reforma, p. 11/Primera - Opinión
Luis Rubio
El crecimiento económico es el gran ausente de México. De hecho, es el gran “coco” desde el fin de los sesenta y trasciende las etiquetas ideológicas y partidistas que caracterizan a la política nacional. El hecho tangible es que el país lleva cuatro décadas persiguiendo la piedra filosofal del crecimiento de la economía sin encontrar, bien a bien, la clave del éxito. La crisis actual no hace sino exacerbar esta situación. Como que ya es tiempo de comenzar a aceptar que el problema no es partidista o de personalidades sino estructural. Si algo tienen en común todos los presidentes desde Echeverría hasta Calderón es la preocupación por el crecimiento. Cada uno de ellos ha buscado su respuesta propia en su experiencia, preferencias e imaginario. Cada una de esas respuestas ha sido distinta; lo que todas tienen en común es que, a pesar de sus enormes diferencias, ninguna ha logrado resolver el problema. La preocupación por el crecimiento ha sido constante, pero las respuestas han sido inadecuadas o insuficientes. El resultado sigue siendo muy pobre.
Obama y América Latina
Reforma, p. 10/Primera - Opinión
Isabel Turrent
En la nueva política exterior estadounidense -pragmática, centralizada y abierta a la negociación- América Latina ocupa una de las últimas prioridades de la agenda de Barack Obama. Del torbellino diplomático que ha marcado los primeros meses de gobierno de Obama se desprenden ya con toda claridad cuáles serán los focos de atención externa del nuevo Presidente. Afganistán y el Medio Oriente; los lazos con Europa; una relación más estrecha con Rusia y una más amplia y cercana con China. Aún los llamados Estados “fallidos” tendrán prioridad sobre nuestra región: en enero, el Pentágono dio a conocer la Estrategia de Defensa Nacional, un documento que estableció con toda claridad que esos Estados son “tierra fértil” para los terroristas, una de las principales amenazas a la seguridad de Estados Unidos. Ninguna de esas naciones está en América Latina.
El peso de la palabra
El Universal, p. 20/Opinión
Sara Sefchovich
Últimamente está en el aire un debate que pone de manifiesto, una vez más, lo mucho que pesa la palabra en nuestra cultura. El tema lo puso sobre la mesa el presidente Calderón en la reunión de Davos, Suiza, el pasado enero, cuando en sus discursos frente a los inversionistas pintó un panorama de México que poco tenía que ver con la realidad, pero cuyo objetivo era no decir nada que pudiera asustar a quienes supuestamente van a traer su dinero al país. Apenas unas semanas antes, la Secretaría de Relaciones Exteriores había instruido a los embajadores y cónsules a ocuparse de detener lo que los encargados del turismo llaman “las campañas bastardas de desprestigio” y la “promoción negativa” al país.
El PAN y la política internacional
La Jornada, p. 18/Opinión
Arnaldo Córdova
Pedir que los partidos políticos tengan una política internacional es como pedir peras al olmo. Deberían tener una para que su desempeño fuera óptimo, sobre todo cuando llegan al gobierno de un país. El que debe actuar sobre la base de una sólida política exterior es el propio Estado, pues de ello depende, muchísimas veces, su éxito en el gobierno interno de su sociedad. En México no hay partido que vea un campo de acción suyo en la política entre las naciones. Siempre es por ineptitud y por una supina incomprensión de la problemática mundial. Un partido con una política internacional sería un partido mucho más fuerte en la política interior de su país porque podría ofrecer mucho mejores opciones de pensamiento y de acción a sus ciudadanos y, además, su prestigio en el exterior jugaría a su favor adentro.
Errores tras Sarkozy
Excélsior, p. 20/Primera-Opinión
León Krauze
Perdón que regrese al tema, pero no hay vuelta de hoja. Si un lector cualquiera se diera una vuelta por la prensa nacional en los días que siguieron a la visita de Nicolas Sarkozy, la conclusión inevitable sería que la jornada del presidente francés en México fue un fracaso épico para el gobierno de Felipe Calderón. “Sarkozy jugó de local”, leí por allá. “México salió perdiendo”, leí por acá. En todos lados, la sentencia fue prácticamente unánime: desde ya, la de Sarkozy merece un lugar en los anales de las visitas ignominiosas de jefes de Estado a México; digna, incluso, de compararse con el “comes y te vas” de Vicente Fox a Fidel Castro. ¿Cuáles son los argumentos detrás de la sentencia mediática? Empecemos por el caso Cassez.
Internet contra el crimen
Reforma, p. 11/Primera - Opinión
Juan E. Pardinas
Una tarde de mayo del 2006, una mujer de nombre Ivanna olvidó su teléfono celular en un taxi en Nueva York. En la memoria del aparato, además de su agenda e información personal, también estaban almacenados los contactos clave para la celebración de su boda: desde la lista de invitados hasta los teléfonos de la empresa que prepararía el banquete. La compañía telefónica tenía almacenada toda esta información en sus servidores, por lo cual, al comprar un nuevo aparato, también le devolvieron la memoria de su antiguo celular. Junto con su información personal, Ivanna recibió correos electrónicos, fotos y datos de Sasha, una adolescente que se había encontrado su otro teléfono en el taxi neoyorquino.
México y Francia
El Universal, p. 21/Opinión
Jean Meyer
Hace 10 años que un presidente francés no visitaba México. Nicolas Sarkozy, al convertirse en el gran interlocutor europeo con nuestro país, tendrá a bien evitar que tarden tanto los encuentros al más alto nivel. En diciembre del año pasado, en la reunión anual entre Brasil y la Unión Europea, en los últimos días de su presidencia europea, Sarkozy proclamó a Brasil “gran aliado estratégico” de Europa; un aliado que firmaba en el mismo momento acuerdos de transferencia tecnológica, construcción en Brasil de 50 helicópteros artillados, compra de cuatro submarinos convencionales y de una o de varias centrales nucleares.
¿Intervención? No, andanzas de un galo feliz
Excélsior, p. 21/Primera-Opinión
Francisco Javier Acuña
Cual pizca de sal sobre la piel del caracol nacional cayó el talante del viajero Nicolás Sarkozy. Pocas veces una visita accidental que en su origen iba a ser un tema privado -”aprovechada” por la cancillería mexicana para convertirla en gira oficial- desemboca en un incidental ejercicio de antidiplomacia entre dos gobiernos. Como una centella que entra por una casa brincando de cristal en cristal hasta dejar montoncitos de vidrios rotos, así puede narrarse el curioso paso del consorte de madame Bruni; el desaguisado sólo podría haber sido capturado por la sátira en frases de Balzac o por la descripción irrefutable en una letal viñeta de Daumier o de una picara ilustración de Gavarni.
En términos musicales el periplo podría sonar como un estridente arreglo de la Marsellesa con injertos del Can Can y en los coros fragmentos de Milord en la perenne voz de Édith Piaf.
Sarkozy, ¿nueva versión de Napoleón III?
Excélsior, p. 21/Primera-Opinión
René Avilés Fabila
En uno de sus mejores momentos políticos, Charles de Gaulle, tenaz jefe de la resistencia francesa, héroe de guerra, teórico militar, exaltado nacionalista, vanidoso incorregible, escritor de memorias que consolidaron la admiración de André Malraux, presidente de Francia, vino a México a entrevistarse con Adolfo López Mateos. ¿A qué venía, a conocer al autor del libro de texto gratuito, a conversar con el agudo Jaime Torres Bodet, a quien Calderón citó equivocadamente? No, hacía política para devolverle a su nación la grandeza deteriorada. Eran los tiempos de la Guerra Fría y Francia no quería ser un país marginal al conflicto entre dos naciones que se hacían llamar superpotencias.
¿Crecimiento?
Reforma, p. 11/Primera - Opinión
Luis Rubio
El crecimiento económico es el gran ausente de México. De hecho, es el gran “coco” desde el fin de los sesenta y trasciende las etiquetas ideológicas y partidistas que caracterizan a la política nacional. El hecho tangible es que el país lleva cuatro décadas persiguiendo la piedra filosofal del crecimiento de la economía sin encontrar, bien a bien, la clave del éxito. La crisis actual no hace sino exacerbar esta situación. Como que ya es tiempo de comenzar a aceptar que el problema no es partidista o de personalidades sino estructural. Si algo tienen en común todos los presidentes desde Echeverría hasta Calderón es la preocupación por el crecimiento. Cada uno de ellos ha buscado su respuesta propia en su experiencia, preferencias e imaginario. Cada una de esas respuestas ha sido distinta; lo que todas tienen en común es que, a pesar de sus enormes diferencias, ninguna ha logrado resolver el problema. La preocupación por el crecimiento ha sido constante, pero las respuestas han sido inadecuadas o insuficientes. El resultado sigue siendo muy pobre.
Obama y América Latina
Reforma, p. 10/Primera - Opinión
Isabel Turrent
En la nueva política exterior estadounidense -pragmática, centralizada y abierta a la negociación- América Latina ocupa una de las últimas prioridades de la agenda de Barack Obama. Del torbellino diplomático que ha marcado los primeros meses de gobierno de Obama se desprenden ya con toda claridad cuáles serán los focos de atención externa del nuevo Presidente. Afganistán y el Medio Oriente; los lazos con Europa; una relación más estrecha con Rusia y una más amplia y cercana con China. Aún los llamados Estados “fallidos” tendrán prioridad sobre nuestra región: en enero, el Pentágono dio a conocer la Estrategia de Defensa Nacional, un documento que estableció con toda claridad que esos Estados son “tierra fértil” para los terroristas, una de las principales amenazas a la seguridad de Estados Unidos. Ninguna de esas naciones está en América Latina.
El peso de la palabra
El Universal, p. 20/Opinión
Sara Sefchovich
Últimamente está en el aire un debate que pone de manifiesto, una vez más, lo mucho que pesa la palabra en nuestra cultura. El tema lo puso sobre la mesa el presidente Calderón en la reunión de Davos, Suiza, el pasado enero, cuando en sus discursos frente a los inversionistas pintó un panorama de México que poco tenía que ver con la realidad, pero cuyo objetivo era no decir nada que pudiera asustar a quienes supuestamente van a traer su dinero al país. Apenas unas semanas antes, la Secretaría de Relaciones Exteriores había instruido a los embajadores y cónsules a ocuparse de detener lo que los encargados del turismo llaman “las campañas bastardas de desprestigio” y la “promoción negativa” al país.
El PAN y la política internacional
La Jornada, p. 18/Opinión
Arnaldo Córdova
Pedir que los partidos políticos tengan una política internacional es como pedir peras al olmo. Deberían tener una para que su desempeño fuera óptimo, sobre todo cuando llegan al gobierno de un país. El que debe actuar sobre la base de una sólida política exterior es el propio Estado, pues de ello depende, muchísimas veces, su éxito en el gobierno interno de su sociedad. En México no hay partido que vea un campo de acción suyo en la política entre las naciones. Siempre es por ineptitud y por una supina incomprensión de la problemática mundial. Un partido con una política internacional sería un partido mucho más fuerte en la política interior de su país porque podría ofrecer mucho mejores opciones de pensamiento y de acción a sus ciudadanos y, además, su prestigio en el exterior jugaría a su favor adentro.
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