El concierto habanero de los Rolling Stone fue un simbólico orgasmo ideológico para tres generaciones de cubanos que padecieron la prohibición de escuchar música rock durante los años 60 y 70 del pasado siglo. Entonces definirse como roquero implicaba asumir el cartel de "ciudadano conflictivo".
Y ese rótulo impedía, entre otras medidas, estudiar en la Universidad o pertenecer a la membrecía de la organización política Unión de Jóvenes Comunistas (UJC).
El concierto de los Stones en La Habana duró más de dos horas y se calcula que 400.000 personas estuvieron presentes en el complejo habanero conocido como la Ciudad Deportiva.
"Nos llamaban hippies a los que escuchábamos esa música. No la transmitían por radio y mucho menos por televisión, por lo que nos pasábamos grabaciones de discos clandestinas entre amigos", recuerda Ramón Ortega, que ahora con 62 años de edad pudo al fin ver un concierto de los míticos Rolling Stone.
El legendario Jagger no se equivocó cuando se dirigió al público y sugirió que en Cuba está en un proceso de cambios.
El hecho de hacer realidad este concierto es para muchos cubanos un gesto a favor de una apertura que deje atrás el escenario de considerar a la isla como "trinchera antiimperialista"
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