lunes, junio 27, 2016

El triunfo sin proyecto del Brexit, saca a flote las emociones negativas ante la globalización

Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, apunta que la democracia es una exageración de la estadística, decía Borges. Podríamos agregar que los referendos son una exageración de la democracia.
Es en cierto modo una insensatez que se juegue a una votación de sí o no un asunto tan complejo, y de implicaciones tan largas, como la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea.
Es, al mismo tiempo, una fotografía extraordinaria de las emociones subyacentes del gran mar de la globalización, sus integraciones, sus desarreglos y sus bandos.


El meollo del asunto

El ex presidente Felipe González ha llamado al brexit el “triunfo de las emociones negativas”. Ha sido también uno de los primeros en decir que se trata de un “triunfo sin proyecto”.
O al menos sin un proyecto del tamaño de lo que rechaza y pone en riesgo: la muy imperfecta pero muy extraordinaria integración europea.
Al votar favorablemente el brexit, la Gran Bretaña vieja, antieuropea, xenófoba, aislacionista y poco educada le sirvió una sorprendente y carísima derrota a la Inglaterra joven, europeísta, cosmopolita y globalizada.

Aquí la columna

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