Una mujer de bandera. Arantza Quiroga es la nueva presidenta del Parlamento vasco, gracias al pacto del PSE y del PP. Joven, guapa, profundamente católica –se confiesa cercana al Opus Dei– y conservadora, no reniega de ninguna bandera como se aprecia en la foto.
Ya sé que mis ideas no están de moda, pero no las oculto y no creo que entren en contradicción con el hecho de ser joven y moderna.
Apenas llega cinco minutos tarde a la cita, pero se disculpa, atenta. El encuentro se produce el miércoles en un selecto restaurante donostiarra, 48 horas antes de ser elegida presidenta del Parlamento Vasco. Acude sola, acompañada por sus guardaespaldas -en el País Vasco no es un contrasentido- y bromea sobre el lugar donde debe sentarse. Quizás frente a la puerta, vigilante, como aconsejan todos los manuales de protección, o de espaldas a la misma, frente a la periodista que ya ha escogido sitio.
La seguridad está omnipresente entre los sectores amenazados por ETA, aunque la mayoría de los cargos públicos y dirigentes del PP y del PSOE han aprendido a convivir con la amenaza. La incorporan a sus vidas como quien arrastra una pesada mochila sin darse cuenta.
Arantza Quiroga Cia (Irún, 1973) es una de ellos. Nada más sentarse, el escolta la interrumpe para comentarle al oído que tiene que llamar a la comisaría de la Ertzaintza. «Será para decirme que me van a asignar dos berrozis [miembros de la unidad de élite de la policía autónoma vasca]», explica, resignada, para luego explayarse: «Antonio me ha dicho que voy a poder seguir conduciendo y llevando a mis hijos, como hago ahora, siempre que puedo, a la piscina, al cole; pero no sé, no sé...».
El reportaje, AQUI
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