Escribe José Manuel Vidal en Periodista Digital sobre la correspondencia entre Wanda Poltawska y Juan Pablo II
Hay maletas llenas de cartas. En una época sin SMS ni e-mails, lo normal era escribir. Y Karol Wojtyla escribió de todo y en abundancia. Incluso cartas muy personales, que Wanda conserva como un tesoro. Y como el legado «de un santo». Parte de esas cartas, las entregó a la Congregación de la Causa de los Santos, que instruye el proceso del Papa Wojtyla. Otra parte, la guarda en su casa de Cracovia. Y otra, la acaba de publicar en un libro, titulado Recuerdos de las Beskidy.
«Eran misivas personales, no deberían hacerse públicas», explica. Y hasta llegar a acusar a la amiga del Papa de «exhibicionismo» y de «excesivo protagonismo».
Pero ella nunca se ha mordido la lengua ni ante un cardenal: «Lo hablé con él antes de su muerte y él quería que diese fe de la verdad». A sus 88 años, Wanda sabe perfectamente lo que quiere: ser fiel a la memoria de su amigo. De su amigo del alma.
El reportaje, AQUI
Hay maletas llenas de cartas. En una época sin SMS ni e-mails, lo normal era escribir. Y Karol Wojtyla escribió de todo y en abundancia. Incluso cartas muy personales, que Wanda conserva como un tesoro. Y como el legado «de un santo». Parte de esas cartas, las entregó a la Congregación de la Causa de los Santos, que instruye el proceso del Papa Wojtyla. Otra parte, la guarda en su casa de Cracovia. Y otra, la acaba de publicar en un libro, titulado Recuerdos de las Beskidy.
Un «material sensibilísimo», reconoce el cardenal José Saraiva Martins, presidente emérito de la Causa de los Santos. Porque «nosotros trabajamos para la Historia». Y porque un epistolario de tantos años es una narración vital continua y continuada, de la que no puede prescindir el abogado del diablo.De hecho, escribe Vidal, algunos jerarcas de la Iglesia echan chispas contra Wanda. El más dolido es el cardenal Stanislaw Dziwisz, el que fuera secretario personal y auténtica sombra durante cuatro décadas de Juan Pablo II.
«Eran misivas personales, no deberían hacerse públicas», explica. Y hasta llegar a acusar a la amiga del Papa de «exhibicionismo» y de «excesivo protagonismo».
Pero ella nunca se ha mordido la lengua ni ante un cardenal: «Lo hablé con él antes de su muerte y él quería que diese fe de la verdad». A sus 88 años, Wanda sabe perfectamente lo que quiere: ser fiel a la memoria de su amigo. De su amigo del alma.
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