Reproduzco el artículo que me envía Gabriel González Fuentes:
El voto nulo y el tío Lolo.
El voto nulo, el voto bulo, se basa en una falacia, tan perniciosa como autocomplaciente: los políticos son los malos y nosotros los buenos. Eso no es más que un cuento de niños con el que nos confortamos. Y nos engañamos
De lo tal desprende una ominosa ganancia secundaria: ellos, los políticos, son los culpables de todo, y quienes debieran arreglarlo. Nosotros, menores perpetuos no; nunca.
Se conforma así un acuerdo nacional que se engendra en una relación de complicidad codependiente. Que requiere de participantes dispuestos a abusar y a ser abusados.
Somos victimas propiciatorias de nuestra indefensión. Somos esclavos mentales de un régimen autocrático que ya no existe más.
Anulando el voto, somos los mismos mexicanos que devolvían voluntariamente sus tierras al patrón en la época de Cárdenas. Anularnos voluntariamente haciendo inefectivo nuestro derecho a elegir. Es tirar al caño el legado del Dr. Nava, Madero, Octavio Paz y Heberto Castillo. Y de muchos otros, con los que estamos en deuda.
Si la abstención equivale a un tiro en el pie de la voluntad popular. El voto nulo es el suicidio ciudadano. Atentar contra las vías electorales para acceder al poder, allana el camino a las soluciones de fuerza y de violencia.
Es propio del pensamiento mágico infantil, creer que con un gesto, más bien un berrinche, todo cambiará, y para bien, de un día para otro. Pues papá gobierno ahora sí lo arreglará, pues ahora sí nos escuchará y nos hará caso.
El ogro filantrópico ha muerto. Es tiempo de los ciudadanos.
Seguir cambiando a este país requiere: perseverancia, inteligencia y paciencia. México, no se transformará súbitamente. Votar en blanco, o marchar de blanco no bastan. Hacen falta: compromiso, madurez y tolerancia a la frustración.
Nuestros representantes son un reflejo de nosotros; muestran como somos, y esa imagen nos repugna. Romper el espejo no mejorará nuestra apariencia. Pero si nos pone en riesgo de cortarnos.
Gabriel González Fuentes.
propuestamcd.wordpress.com
El voto nulo y el tío Lolo.
El voto nulo, el voto bulo, se basa en una falacia, tan perniciosa como autocomplaciente: los políticos son los malos y nosotros los buenos. Eso no es más que un cuento de niños con el que nos confortamos. Y nos engañamos
De lo tal desprende una ominosa ganancia secundaria: ellos, los políticos, son los culpables de todo, y quienes debieran arreglarlo. Nosotros, menores perpetuos no; nunca.
Se conforma así un acuerdo nacional que se engendra en una relación de complicidad codependiente. Que requiere de participantes dispuestos a abusar y a ser abusados.
Somos victimas propiciatorias de nuestra indefensión. Somos esclavos mentales de un régimen autocrático que ya no existe más.
Anulando el voto, somos los mismos mexicanos que devolvían voluntariamente sus tierras al patrón en la época de Cárdenas. Anularnos voluntariamente haciendo inefectivo nuestro derecho a elegir. Es tirar al caño el legado del Dr. Nava, Madero, Octavio Paz y Heberto Castillo. Y de muchos otros, con los que estamos en deuda.
Si la abstención equivale a un tiro en el pie de la voluntad popular. El voto nulo es el suicidio ciudadano. Atentar contra las vías electorales para acceder al poder, allana el camino a las soluciones de fuerza y de violencia.
Es propio del pensamiento mágico infantil, creer que con un gesto, más bien un berrinche, todo cambiará, y para bien, de un día para otro. Pues papá gobierno ahora sí lo arreglará, pues ahora sí nos escuchará y nos hará caso.
El ogro filantrópico ha muerto. Es tiempo de los ciudadanos.
Seguir cambiando a este país requiere: perseverancia, inteligencia y paciencia. México, no se transformará súbitamente. Votar en blanco, o marchar de blanco no bastan. Hacen falta: compromiso, madurez y tolerancia a la frustración.
Nuestros representantes son un reflejo de nosotros; muestran como somos, y esa imagen nos repugna. Romper el espejo no mejorará nuestra apariencia. Pero si nos pone en riesgo de cortarnos.
Gabriel González Fuentes.
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