Tomado de la página Yo Influyo:
Por Federico Muggemburg
Todo proceso de transición política del autoritarismo a la democracia, del intervencionismo económico al mercado social y moralmente responsable, y de la corrupción impune a la vigencia del estado de derecho, pasa por momentos de incertidumbre, dudas, y hasta intentos de regresión muchas veces obvios y otras veces sofisticados, que incluso dificultan inicialmente la identificación de los mecanismos regresivos que se pretenden utilizar.
Un ejemplo obvio y contundente es el de Rusia, que bajo la dirección de Vladimir Putin, manifiesta en lo político, en lo económico y, más claramente, en el tema de libertad de expresión, una impresionante regresión al modelo autoritario, propio del zarismo blanco del pasado, o del zarismo rojo más reciente.
En México, ha sido notable el esfuerzo de los priístas regresivos por tratar de volver al autoritarismo político, por el medio que fuera posible, aunque sea por la recién inventada vía del “legislativo autoritario”. Las evidencias se empezaron a vislumbrar en el sexenio pasado, cuando se sabotearon por sistema todas las necesarias reformas al marco jurídico, en materia hacendaria, laboral, educativa, electoral y energética.
En este sexenio hasta surgió el proyecto de la “ley Manlio”, que pretendía ser la nota fundamental de la “Reforma del Estado”, bajo la apariencia de una “Reforma del Gobierno”, inventando el desdoblamiento de la figura del Ejecutivo Federal, en un Jefe de Estado y otro Jefe de Gobierno.
Trabajaron un año con la integración de la CENCA, que absorbió más de 95 millones de pesos, y al final terminaron con insultos y golpes, y luego en la repartición del “botín tecnológico” (computadoras y vehículos de transporte). Los trabajos elaborados, supuestamente impresos en diversos libros, no pueden encontrarse en el CIDE, en la UNAM, ni en la Cámara de Senadores. ¿En dónde quedaron, realmente los imprimieron?
Un segundo esfuerzo, en plena vigencia e intento de colocación como “reforma legislativa”, es el proyecto apalancado desde la CONAGO, con la llamada “ley Bours-Paras-Peña”, que pretende la creación de un, así llamado, “Nuevo Federalismo”, cuyo sustento teórico fue elaborado por entidades académicas magníficamente remuneradas.
Sin embargo, en la interpretación para su operación política por los tres gobernadores más interesados, en realidad es competencia con vistas a la candidatura presidencial priísta del 2012, que como añadidura, trae implícitos riesgos de una balcanización del país, por confrontaciones entre estados ricos y pobres, y por una división territorial que hace recordar los avatares de la desintegración territorial, jurídica, política y cultural de España, por el nefasto proyecto actualmente impulsado por el “gobierno zapaterista”.
Si bien estos son los intentos regresivos más notables desde la actual oposición, de los más capaces y astutos operadores del viejo priato, se da también un efecto de aparente emulación desde el Ejecutivo Federal, que pretende rescatar y replicar algunas de las notas más características del “viejo presidencialismo autoritario”.
Los motivos pueden ser variados y distintos, o una combinación de los mismos. Desde el anhelo de actuar de fondo a semejanza de como actuaban los “presidentes de antes”, sea por inmadurez y simple emulación, pero ya sin el recurso de la “mansedumbre” de los medios masivos de comunicación social, del “andamiaje” sindical y burocrático incondicional, del “espionaje” policiaco político, y del extenso “entramado” partidista, todos adobados con el betún de la “corrupción” o del “chantaje”, sin el que esa modalidad de “presidencialismo autoritario” no resulta posible para lograr los “éxitos” que así “endiosaban” a las figuras presidenciales.
También puede haber motivos de inseguridad o de dificultad, manifestada en el intento de la construcción de una nueva imagen presidencial con capacidad sexenal, totalmente distinta de la anterior, aunque sea, o quizá precisamente por ser del mismo partido, teniendo presentes las dificultades para el logro de los propósitos de las reformas legislativas y los acuerdos para construir el proyecto delineado durante la campaña electoral.
Las modalidades para seleccionar las candidaturas a ciertas gubernaturas claves, como han sido en el pasado reciente las de Michoacán y Yucatán, son evidencia dolorosa que ahora se superlativiza con el caso de Nuevo León.
Los todavía no esclarecidos métodos para elegir o seleccionar a los candidatos a diputados para la LXI legislatura, que llenan de dudas y temor a los que anhelan dichos puestos, ¡como ocurría en el viejo sistema!, y los desplantes mediáticos y expresiones como: “Al inicio del gobierno encontramos que estábamos mal con Cuba y estábamos mal con Estados Unidos, y estábamos mal con América Latina y con varios países”.
La verdad es que la defensa de los derechos humanos de los miles de cubanos, violados permanentemente por Fidel Castro y su régimen, hacían la diferencia con la política exterior del priato.
El rotundo NO a participar con Bush en la “guerra preventiva permanente” en Irak, hacía otra gran diferencia. ¿Qué nos hubiera pasado si Fox se solidariza con Bush, a la par de Aznar, Berlusconi y Blair?
El rechazo a la ingerencia de los “círculos bolivarianos chavistas”, entreverados con las FARC, en activa relación con las facciones radicales del PRD, el EPR y la APPO, también hacían y hacen la diferencia.
El canibalismo político siempre ha sido dañino a los partidos, a las naciones, y más a aquellas que están en procesos de transición prolongados y difíciles, como es el caso de México. Por ello es que hay preocupación por la aparición de ciertos signos de regresión, que es necesario señalar a tiempo, esperando las muy oportunas correcciones de los actores principales de este proceso histórico tan importante.
Por Federico Muggemburg
Todo proceso de transición política del autoritarismo a la democracia, del intervencionismo económico al mercado social y moralmente responsable, y de la corrupción impune a la vigencia del estado de derecho, pasa por momentos de incertidumbre, dudas, y hasta intentos de regresión muchas veces obvios y otras veces sofisticados, que incluso dificultan inicialmente la identificación de los mecanismos regresivos que se pretenden utilizar.
Un ejemplo obvio y contundente es el de Rusia, que bajo la dirección de Vladimir Putin, manifiesta en lo político, en lo económico y, más claramente, en el tema de libertad de expresión, una impresionante regresión al modelo autoritario, propio del zarismo blanco del pasado, o del zarismo rojo más reciente.
En México, ha sido notable el esfuerzo de los priístas regresivos por tratar de volver al autoritarismo político, por el medio que fuera posible, aunque sea por la recién inventada vía del “legislativo autoritario”. Las evidencias se empezaron a vislumbrar en el sexenio pasado, cuando se sabotearon por sistema todas las necesarias reformas al marco jurídico, en materia hacendaria, laboral, educativa, electoral y energética.
En este sexenio hasta surgió el proyecto de la “ley Manlio”, que pretendía ser la nota fundamental de la “Reforma del Estado”, bajo la apariencia de una “Reforma del Gobierno”, inventando el desdoblamiento de la figura del Ejecutivo Federal, en un Jefe de Estado y otro Jefe de Gobierno.
Trabajaron un año con la integración de la CENCA, que absorbió más de 95 millones de pesos, y al final terminaron con insultos y golpes, y luego en la repartición del “botín tecnológico” (computadoras y vehículos de transporte). Los trabajos elaborados, supuestamente impresos en diversos libros, no pueden encontrarse en el CIDE, en la UNAM, ni en la Cámara de Senadores. ¿En dónde quedaron, realmente los imprimieron?
Un segundo esfuerzo, en plena vigencia e intento de colocación como “reforma legislativa”, es el proyecto apalancado desde la CONAGO, con la llamada “ley Bours-Paras-Peña”, que pretende la creación de un, así llamado, “Nuevo Federalismo”, cuyo sustento teórico fue elaborado por entidades académicas magníficamente remuneradas.
Sin embargo, en la interpretación para su operación política por los tres gobernadores más interesados, en realidad es competencia con vistas a la candidatura presidencial priísta del 2012, que como añadidura, trae implícitos riesgos de una balcanización del país, por confrontaciones entre estados ricos y pobres, y por una división territorial que hace recordar los avatares de la desintegración territorial, jurídica, política y cultural de España, por el nefasto proyecto actualmente impulsado por el “gobierno zapaterista”.
Si bien estos son los intentos regresivos más notables desde la actual oposición, de los más capaces y astutos operadores del viejo priato, se da también un efecto de aparente emulación desde el Ejecutivo Federal, que pretende rescatar y replicar algunas de las notas más características del “viejo presidencialismo autoritario”.
Los motivos pueden ser variados y distintos, o una combinación de los mismos. Desde el anhelo de actuar de fondo a semejanza de como actuaban los “presidentes de antes”, sea por inmadurez y simple emulación, pero ya sin el recurso de la “mansedumbre” de los medios masivos de comunicación social, del “andamiaje” sindical y burocrático incondicional, del “espionaje” policiaco político, y del extenso “entramado” partidista, todos adobados con el betún de la “corrupción” o del “chantaje”, sin el que esa modalidad de “presidencialismo autoritario” no resulta posible para lograr los “éxitos” que así “endiosaban” a las figuras presidenciales.
También puede haber motivos de inseguridad o de dificultad, manifestada en el intento de la construcción de una nueva imagen presidencial con capacidad sexenal, totalmente distinta de la anterior, aunque sea, o quizá precisamente por ser del mismo partido, teniendo presentes las dificultades para el logro de los propósitos de las reformas legislativas y los acuerdos para construir el proyecto delineado durante la campaña electoral.
Las modalidades para seleccionar las candidaturas a ciertas gubernaturas claves, como han sido en el pasado reciente las de Michoacán y Yucatán, son evidencia dolorosa que ahora se superlativiza con el caso de Nuevo León.
Los todavía no esclarecidos métodos para elegir o seleccionar a los candidatos a diputados para la LXI legislatura, que llenan de dudas y temor a los que anhelan dichos puestos, ¡como ocurría en el viejo sistema!, y los desplantes mediáticos y expresiones como: “Al inicio del gobierno encontramos que estábamos mal con Cuba y estábamos mal con Estados Unidos, y estábamos mal con América Latina y con varios países”.
La verdad es que la defensa de los derechos humanos de los miles de cubanos, violados permanentemente por Fidel Castro y su régimen, hacían la diferencia con la política exterior del priato.
El rotundo NO a participar con Bush en la “guerra preventiva permanente” en Irak, hacía otra gran diferencia. ¿Qué nos hubiera pasado si Fox se solidariza con Bush, a la par de Aznar, Berlusconi y Blair?
El rechazo a la ingerencia de los “círculos bolivarianos chavistas”, entreverados con las FARC, en activa relación con las facciones radicales del PRD, el EPR y la APPO, también hacían y hacen la diferencia.
El canibalismo político siempre ha sido dañino a los partidos, a las naciones, y más a aquellas que están en procesos de transición prolongados y difíciles, como es el caso de México. Por ello es que hay preocupación por la aparición de ciertos signos de regresión, que es necesario señalar a tiempo, esperando las muy oportunas correcciones de los actores principales de este proceso histórico tan importante.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario