Carlos Loret de Mola en su columna Historias de reportero, de El Universal describe que cuando se va a dormir, Joaquín Guzmán Loera acostumbra taparse por completo: pasar la cobija por encima de la cabeza y cubrir todo su cuerpo.
Hasta ese hábito pone nerviosos a sus celadores. Imagino de inmediato un acto del maestro de la magia David Copperfield cuando coloca una tela sobre una guapa modelo y al jalar vigorosamente el trapo ¡pum! ella ya no está. Han de pensar que así se les puede escapar ahora El Chapo.
El meollo del asunto
Lo cuidan con perros huele-Chapo. A las afueras, las torretas de vigilancia que antes estaban vacías ya tienen francontiradores del Ejército con rifles de largo alcance y cañones de ruido que disparan ondas sonoras capaces de romper el tímpano, además de provocar vértigo a aquellos a quienes apuntan y no se retiran de la zona. Su potencia alcanza hasta 3 kilómetros de distancia. Fueron diseñados en Estados Unidos tras el ataque en el año 2000 al destructor USS Cole en Yemen por parte de una célula de Al-Qaeda, que provocó la muerte de 17 infantes de Marina. Aquí la columna |
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