Es una mala noticia porque la fragmentación del voto produce mayorías débiles y las mayorías débiles, o la falta de mayorías sólidas, son un problema grave para la gobernabilidad democrática.
El meollo del asunto
En México elegimos Presidente por seis años aunque el gobierno electo tenga minoría en el Congreso. Esto, que ha sucedido desde el año 2000, pone a los presidentes electos en una posición de debilidad institucional crónica a la hora de gobernar.
Quizá esta debilidad sea el origen de algunas de las decisiones de mayores consecuencias negativas que haya tenido nuestra democracia.Las encuestas anticipan para el 2018 una fragmentación mayor que la de las elecciones de Fox, Calderón o Peña Nieto: una elección en la que el Presidente podría ser electo por menos de 30 por ciento
Aquí la columna
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