viernes, mayo 13, 2016

Blanca fue pólvora mojada en el debate; Ana Teresa, dueña de la noche

Arturo Rueda en su columna Tiempos de Nigromante, de Cambio, considera que Blanca Alcalá y su war room se aferraron al debate como su clavo ardiendo: el momento decisivo en que podrían revertir las tendencias que los tienen con pie y medio en la tumba.
Después del desempeño de la candidata tricolor, ya podrán poner el medio pie que les hace falta para tener los dos juntos tres meses bajo tierra.
Alcalá fue pura pólvora mojada: la pistola no disparó. Y ahora a nadie puede echarle la culpa.

El meollo del asunto

Era el momento para detonar el escándalo supremo, la bomba termonuclear.
Exhibir a Gali. Su patrimonio, sus negocios, los de sus hijos, sus adicciones, su afición a los doritos nachos, sus peores canciones, el tic en el ojo derecho, el bigote ochentero estilo Magnum.
Algo, lo que sea. Aunque fuera ridículo, mentiroso, absurdo, increíble.
Blanca se murió de nada.
La senadora con licencia no soportó la comparación con Ana Teresa Aranda, la dueña de la noche.


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