viernes, julio 14, 2017

Emana del fondo del socavón un hedor putrafacto: el agujero huele a corrupción

Pepe Cárdenas en su columna Ventana, de El Universal opina que el socavón del Paso Exprés Tlahuica, a las afueras de Cuernavaca, es mucho más que un agujero en el asfalto.
El hoyo se tragó dos vidas, la de Juan Mena López y su hijo Juan Mena Romero. Aún vivos, comunicaron el mensaje del accidente que terminó en tragedia. No imagino el horror de lo que fue para ellos la agonía a la espera de ser rescatados… y para la familia recibir la peor noticia.
Del fondo del agujero emana un hedor putrefacto.


El meollo del asunto

El día de la inauguración de la magna obra vial (el 5 de abril) el secretario de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, agradeció al presidente Peña la nueva vialidad, con sobrado despliegue de elogios, como si Peña hubiera pagado la carretera con su propia “lana”.
Ruiz Esparza presumió que era un portento ingenieril; que estaba garantizada para durar 40 años; que se construyeron diez nuevos drenajes; que se utilizaron los mejores materiales; que se invirtieron 2 mil 213 millones de pesos (poco más del doble de los mil 45 millones de pesos presupuestados) y se entregó con un año de retraso…
¿Cuarenta años también se fueron en sólo cuatro meses por el socavón?
El socavón exprés es mucho más que un accidente geológico. Si huele a corrupción, suena a corrupción y parece corrupción, lo más probable es que en el fondo haya corrupción.

Aquí la columna
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