Por lo pronto, ya se vio que independientemente de las propuestas, de las estructuras y del fondo de las campañas, ambos utilizarán al villano favorito de cada partido.
Para el morenovallismo —ya se vio— que la fórmula será volver a usar a Mario Marín para desgastar la figura femenina de Blanca Alcalá.
El meollo del asunto
Y por lo que toca a la estrategia priista, es evidente que no hay más villano que el Señor de los Cerros y que sus ya conocidos excesos serán el blanco de sus disparos.
Será su autoritarismo, plasmado en decisiones antipopulares como la privatización del agua, la foto-multa, los registros civiles, el endeudamiento, los despidos de burócratas, los presos políticos y por supuesto la muerte del niño los que marquen la agenda de la campaña priista.
Aquí la columna
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