El mensaje que se intentó mandar fue claro: “no más sumisión ni miedo al morenovallismo”.
Por eso regresó el acarreo, con el consecuente alardear de un aparente buen poder de convocatoria.
Por eso la presencia de liderazgos del partido a nivel nacional, aunque opacada por la monumental ausencia del tan venerado tlatoani tricolor, Don Beltrone.
El meollo del asunto
Ahora, la verdadera esperanza del priismo poblano está en el apoyo del gobierno federal.
Saben que sin la estructura y recursos de las instancias que dependen directamente de Los Pinos, no hay manera de ganar la elección.
De ahí que magnifiquen espaldarazos e interpreten a favor señales y mensajes encriptados.
La ilusión es directamente proporcional a lo que se juega en las urnas.
Una derrota sería condenarlos al ostracismo por varios años más.
Aquí la columna
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