No tomó mucho tiempo. Solo dos días después de que se dieron a conocer los llamados Panama Papers, rodó la primera cabeza.
El primer ministro de Islandia, Sigmundur David Gunnlaugsson, renunció este martes. Gunnlaugsson había estado bajo presión para que renunciara desde que los documentos filtrados de un bufete jurídico panameño hackeado lo vincularan con una empresa fantasma, lo que ocasionó protestas, según consigna CNN Expansión
La pregunta que sigue ahora es: ¿qué tan lejos llegará el daño?
La respuesta podría ser: bastante lejos. Esta es la filtración más grande de la historia, una que hace ver pequeño el volumen de datos revelados por Wikileaks en 2012. Los reportes indican que 12 actuales y exjefes de Estado han sido mencionados.
Los más de 11 millones de documentos, que datan desde hace cuatro décadas, están presuntamente vinculados a la firma panameña Mossack Fonseca. El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) reportó que la firma ayudó a establecer empresas fantasmas y cuentas en el exterior para figuras mundiales.
La segunda pregunta es qué tanto, con respecto al creciente descontento de la clase media, esto alimentará aún más el enojo de los que se ven a sí mismos como los que llevan en sus espaldas una parte desproporcionada del peso de apoyar a un sistema que ven injusto.
La lista de los que podrían resultar afectados:
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