Son mandatarios que, por sus altos negativos y sus actuaciones polémicas, lejos de sumar, restan votos a los candidatos de sus fuerzas políticas al convertirse en blancos de los ataques y campañas de la oposición.
Es el caso de los priístas Javier Duarte, en Veracruz; César Duarte, en Chihuahua; Miguel Alonso, en Zacatecas y Roberto Borge, en Quintana Roo; pero también del perredista Gabino Cué en Oaxaca.
El meollo del asunto
El caso más evidente en estos momentos ocurre en los comicios veracruzanos. En sondeos recientes de la alianza PRI-PVEM-Panal en el estado, tienen medido que la aparición del gobernador Javier Duarte en el acto de toma de protesta de su candidato Héctor Yunes Landa, el pasado 13 de marzo, le costó al priísta cinco puntos en las encuestas.
“La sola fotografía de Yunes Landa con Duarte se reflejó a la baja en las encuestas e hizo que el candidato priísta arranque con desventaja de dos o tres puntos frente al panista Miguel Angel Yunes”, comentó a esta columna una fuente de la alianza priísta.
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