miércoles, diciembre 28, 2016

Ahí están, fidelistas de temporada, castristas fashion, radical-chics. resaltando a Castro

Carlos Loret de Mola en su columna Historias de Reportero, de El Universal, comenta la figura de Fidel Castro y pregunta:
¿Por qué fascina, por qué resulta querido, entrañable entre tantas personas que no soportarían vivir bajo un régimen como el suyo?¿Cuántos de los enamorados de Fidel soportarían tener que ceñirse a una libreta de alimentos en lugar de comprar libremente en el supermercado? 
¿O tener que ir a una esquina y gastarse el sueldo en una tarjeta de prepago para gozar de internet? ¿Cuántos de los enamorados de Fidel aguantan un sueldo de 20 dólares al mes con título de doctor o compartir vivienda en ruinas con otra familia?


El meollo del asunto

Pero ahí están, fidelistas de temporada, castristas fashion, radical-chics. Resaltando los valores de Castro —que los tuvo, y negarlos es una violación a la verdad— pero olvidando cualquier equilibrio, como si los azotara una especie de deuda con su sentido de patria, como si les faltara en su propia biografía un momento definitorio donde pudieran apostar por el heroísmo, con antojo —tres mojitos de por medio— de tomar el fusil y acabar de una vez y por todas con la pobreza, la opresión, la desigualdad. O por lo menos expresar engoladamente estos ideales en un discurso ovacionado.
Seducción perfecta, encanto irresistible, casi ineludiblemente entrañable el Comandante. Tirano también.

Aquí la columna

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