martes, mayo 16, 2017

Muy simple: si salen mil litros de Pemex, debe haber mil litros en las gasolineras

Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, concluye que no son los pueblos del huachicol a los que hay que sellar con soldados y policías. Ni siquiera los ductos perforados en las regiones huachicoleras por antonomasia de Tamaulipas, Veracruz, Guanajuato y Puebla.
Lo que hay que cerrar, en el sentido de evitar fugas, son los puntos de salida del combustible de Pemex, es decir: sus terminales de distribución, y los puntos de venta legal de Pemex, es decir: las gasolineras.


El meollo del asunto

Ambos puntos están dentro de la órbita de control y de conocimiento de la empresa. En el primer punto, Pemex envía el combustible por pipas o ductos. En el segundo, lo vende a gasolineras que tienen como único proveedor a Pemex mismo.
El asunto aritmético es muy simple: si salen mil litros de las terminales de Pemex no puede haber sino mil litros en las gasolineras.
Salvo por los márgenes de evaporación de los combustibles, cualquier diferencia entre lo que expenden las terminales de Pemex y lo que expenden las gasolineras es una irregularidad, el indicio de una fuga o de una transa. La fuga y la transa del huachicol suman 20 mil millones de pesos al año.

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