Una cruda descripción del lamentable estado moral en que están hundidos los sacerdotes católicos en todo el mundo, fue el elemento clave que decidió la elección papal a favor del cardenal Ratzinger.
La página de internet periodistadigital trae la nota:
Un misterioso documento sobre los desmanes de los sacerdotes en el mundo despejó el camino de Joseph Ratzinger hacia el trono de Pedro. Así lo asegura en su edición de hoy el diario La Stampa, que revela que el texto circuló entre los cardenales antes del cónclave causando verdadero pavor.
“Me llevé la mano al corazón porque tuve miedo de que me diera un ataque después de leerlo”, ha dicho un purpurado al diario. No es para menos. El documento, de carácter reservado, es un estudio muy detallado sobre la situación en el interior de la Iglesia. En una decena de páginas, se presenta un retrato de la situación del clero en el mundo y sobre todo en Europa, África y América del Norte.
El texto, según La Stampa, pone de relieve la “falta de coherencia” de muchos sacerdotes. En él se mencionan violaciones de las reglas del celibato, problemas legales con la administración de fondos económicos, mal uso de los donativos de los fieles, o falta de respeto al secreto de confesión. “El secreto de confesión fue una vez un baluarte inexpugnable”, lamentó el cardenal entrevistado por el diario.
El informe no está firmado, pero el periódico apunta a que su autor ha de ser alguien con un punto de observación privilegiado y muy bien situado dentro de la institución y, especialmente, en Roma. Además, especula con la posibilidad de que fuera el motivo de las intervenciones tan severas realizadas por Ratzinger antes del cónclave.
Secretos del Cónclave
Ratzinger obtuvo una amplia mayoría de votos, segun varios vaticanistas.
La prensa italiana especializada apunta que el aleman sacó entre 95 y 107 votos de los 115 cardenales electores. Para ser elegido hubieran bastado 77.
"Joseph Ratzinger fue elegido por 95 votos sobre 115 y no encontró ninguna resistencia en uno de los cónclaves más rápidos del último siglo", según el vaticanista Marco Tosatti, del diario La Stampa.
"Lo que está claro es que la candidatura del cardenal bávaro fue creciendo desde la primera noche [lunes 18 de abril de 2005], de forma constante, sin que ninguna candidatura de oposición tuviera la oportunidad de bloquearla", añadió Tosatti.
Para Marco Politi, del diario La Repubblica, "Joseph Ratzinger superó los 100 votos en su elección relámpago".
La cifra de 107 es evocada por el vaticanista del diario Il Messaggero, Orazio Petroselli, que afirma que en la primera votación del martes por la tarde, tras la cual se produjo la fumata blanca, "sólo siete u ocho votos no le correspondían".
Entre los opositores a Ratzinger en este cónclave destacaron varios nombres, sobre todo los cardenales italianos Carlo Maria Martini, ex arzobispo de Milán, y Camillo Ruini, vicario del Papa en Roma, de acuerdo a las mismas fuentes.
Según parece, Martini estaba empatado con Ratzinger, e incluso un poco por delante, en la votación del lunes por la tarde.
Las versiones aseguran que Ratzinger no consiguió el mayor número de sufragios en la primera ronda de votaciones, realizada la tarde de ese día y que Carlo María Martini empató con él, e incluso lo aventajó, aunque sin alcanzar los dos tercios necesarios para resultar electo Pontífice.
"Unos cuarenta votos y parece que Martini tenía alguna ventaja", escribió el vaticanista del diario italiano La Repubblica.
La situación sólo comenzó a volverse favorable para el cardenal alemán el martes por la mañana. Los cardenales que aún estaban indecisos comenzaron a votar por el Ratzinger y poco a poco lo pusieron a la cabeza de los escrutinios.
Las revelaciones conocidas hoy agregan que tras el voto que lo definió como el nuevo Papa de la Iglesia Católica, Joseph Ratzinger permaneció con la cabeza gacha y sin moverse. Esa actitud hizo pensar a algunos que podría no aceptar la designación.
Algunos medios de la prensa italiana sostienen que el cardenal alemán ya había obtenido mayoría en una de las elecciones de la mañana del martes, pero quiso que la votación fuera repetida por la tarde a modo de confirmación.
Por cierto, que allá también en España, la revista Epoca acusa a los medios de distorsionar la imagen del cardenal Ratzinger, y explica el porqué de su elección, en un artículo del teólogo Juan Luis Lorda:
El Cónclave se ha producido en un momento de unidad dentro de la Iglesia. Esto hacía posible, realmente, cualquier opción. Pero los electores se han inclinado por Ratzinger, que ha alcanzado rápidamente los dos tercios requeridos. ¿Por qué Joseph Ratzinger?
Consenso
Lo primero que se deduce es que el acuerdo se ha alcanzado muy pronto. Esto quiere decir que la mayoría (más de dos tercios) se ha inclinado por él rápidamente y que no ha habido oposición. Y eso dice mucho de su persona y de su modo de actuar. A pesar de haber tenido en la Iglesia una misión delicada y difícil, cuenta con una amplísima confianza entre los cardenales que son muy distintos en cuanto a procedencia y mentalidad.
Se ve que han apreciado su trabajo y su personalidad en los años en que lo han conocido en Roma, al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Es seguro que él se habrá resistido. Ya hace años, quería retirarse de su cargo y dedicarse a escribir teología, pues nunca ha perdido su vocación de teólogo e intelectual. Si ha aceptado, es porque se lo han pedido insistentemente y le han hecho sentir que conviene que dirija a la Iglesia en estos momentos. Cualquiera, y mucho más él, se da cuenta del enorme peso que supone ser Papa.
Hombre del Concilio
Optar por Joseph Ratzinger es optar, de entrada, por un excelente conocedor del Concilio Vaticano II, pendiente todavía, en muchos puntos, de aplicar y desarrollar. Es de los pocos expertos que participaron activamente y quedan vivos. Él intervino como joven teólogo, asesorando al arzobispo de Colonia, cardenal Frings. Y, después, contribuyó a la edición de tres enormes volúmenes de comentarios al Concilio en el famoso diccionario de teología alemán Lexikon für Theologie und Kirche.
Recristianización de Europa
Optar por Joseph Ratzinger es, en segundo lugar, manifestar la voluntad de la Iglesia de no abandonar Europa a su suerte. Es verdad que la Iglesia crece impetuosamente, en estos momentos, en África, Asia y América Latina. Y que hubiera podido salir perfectamente un Papa africano, asiático o latinoamericano. Pero también es verdad que Centroeuropa no ha superado todavía la crisis cristiana que padece desde hace cuarenta años.
Y que es preciso impulsar la nueva evangelización de Juan Pablo II en estas viejas tierras cristianas donde se experimenta un grave choque cultural, mezcla de absentismo cristiano, de ignorancia y de desinformación combativa. El propio Ratzinger ponía de manifiesto las contradicciones que padece la Iglesia, en su discurso del lunes pasado a los cardenales del Cónclave.
Prestigio como teólogo
Joseph Ratzinger es conocido como una de las mejores cabezas de la teología católica. Esto nadie lo pone en duda, ni siquiera los que no le aprecian. Tiene un prestigio inigualable. Sus obras como teólogo eran ya conocidas en el mundo entero, cuando Pablo VI lo quiso como obispo de Munich (1977). Después, Juan Pablo II lo llamó a la Congregación para la Doctrina de la Fe (1981). Desde entonces son famosas sus conferencias, siempre de una asombrosa lucidez.
Ha tocado muchos temas importantes y, en los últimos años, ha escrito especialmente sobre la situación cultural de Occidente, sobre el misterio de la liturgia y sobre la belleza del canto litúrgico. Tiene una gran pasión por la música que le viene de familia. A él se le debe, de forma especial, haber encauzado la Teología de la Liberación. Asumir el problema acuciante de la pobreza, pero rechazar los análisis marxistas y los métodos revolucionarios, porque son contrarios a la caridad cristiana, hunden a los pueblos todavía más en la miseria y conducen a sistemas opresivos.
La herencia de Juan Pablo II
Joseph Ratzinger podía haber escogido muchos nombres como Papa. Ha buscado el del pontífice más modesto del siglo XX: Benedicto XV (1914-1922), hombre de paz . Es probable que piense en que su pontificado no puede durar mucho. Pero Juan Pablo II le deja una herencia importante y unos retos que, desde luego, asumirá. Por un lado, los retos ecuménicos.
Como buen teólogo, está muy informado y ha seguido de cerca todos los pasos. Por otro, están los retos culturales. Juan Pablo II consiguió abrir las fronteras del Este. A Joseph Ratzinger le toca recordar a Cristo en la vieja y revenida Europa, que parece estar de vuelta hasta de sí misma, y en el Occidente en general.
Desde luego, impulsará a las jóvenes iglesias que, con muchos problemas y de forma algo desordenada, se expanden en todos los países del Tercer Mundo. Pero cabe pensar que este pontificado va a ser de una extraordinaria altura intelectual.
Además, a cualquier Papa, sea quien sea, le toca ser el símbolo eficaz de la unidad de la Iglesia. Los católicos formamos un cuerpo, una realidad viva, sintiéndonos unidos a nuestros obispos y al Papa. Esto pasa por encima de cualquier consideración personal de simpatía o de congenialidad, porque así lo quiso el Señor.
Ahí mismo en Época, el arzobispo de Toledo considera en una entrevista que es un estereotipo calificar a Ratzinger de intransigente:
Un articulista más, Alfonso Basallo, afirma que Joseph Ratzinger, ofrece una salida a la parálisis intelectual y moral que aqueja al mundo contemporáneo. Es muy sencilla: la verdad existe, no es una entelequia, y -lo más interesante- se puede alcanzar. Hay vida al otro lado del escepticismo. Existen principios de validez universal que arrojan luz sobre este galaxia del siglo XXI, tan globalizada como confusa.