Héctor Aguilar Camín en su columna
Día con día, de Milenio, opina que quizá llegue el día en que agradezcamos la brutalidad con que Trump ha hecho manifiestas nuestras debilidades.
Estábamos cómodos, inconfortables pero cómodos, en la creencia de que el acuerdo estratégico con Estados Unidos tenía un futuro de largo plazo.
No había gran cosa que cambiarle al acuerdo, ni en sus beneficios ni en sus costos.
Había dos beneficios: la vitalidad del TLC, motor único del crecimiento mexicano, y los 11 millones de mexicanos ilegales que trabajan en Estados Unidos y envían a sus familiares unos 24 mil millones de dólares anuales.