Las señales apuntan a una pelea de órdago, pues no la sangre, pero sí el lodo ya saltó hasta las columnas políticas, con rasgos de virulencia.
El Universal entró a la contienda con la filtración que hace en su columna política Bajo Reserva, de que poco antes de viajar a Mérida la semana pasada, Felipe Calderón cenó en privado con Josefina Vázquez Mota , cuya relevancia en el equipo de transición -dice el periódico- ha venido siendo minada bajo una estrategia conducida por Juan Camilo Mouriño , otra pieza clave del equipo.
Vázquez Mota al parecer está pagando el costo de haber desplazado de la coordinación general de la campaña a Mouriño , un hombre de origen español, considerado astuto y ambicioso.
El Universal asegura que conforme el tiempo avanza, y de acuerdo a quienes lo siguen de cerca, Juan Camilo se asume cada vez más como el próximo cancerbero de Los Pinos, por cuya oficina deberá pasar todo.
Una mezcla a partes iguales del Muñoz foxista y el Córdoba salinista. pero el problema, nos dicen, es que los talentos de Mouriño no dan para tanto, y que Calderón será otro tipo de jefe.
Afirma la columna Bajo Reserva que las hostilidades contra Josefina han incluido durante las últimas semanas un creciente enfrentamiento con el presidente de Acción Nacional, Manuel Espino , y un libelo profusamente distribuido con huellas digitales blanquiazules , en el que se lanza todo tipo de acusaciones contra esta mujer, a la que se busca impedir llegar ya no digamos a la Secretaría de Gobernación, sino incluso el gabinete presidencial.
A propópsito de Juan Camilo Mouriño y de cuentas por cobrar, parece que según reporta Darío Celis en Reforma, también le pasará la factura a Televisa:
El que se perfila como una suerte de jefe de la oficina de la Presidencia es Juan Camilo Mouriño.
Su condición de naturalizado mexicano lo inhabilita para asumir una secretaría o puesto de primer nivel en el gobierno federal.
Un dato para abonar esa posibilidad es que, al menos en la relación con Televisa, Felipe Calderón ya mandó decir cómo será la interlocución.
El futuro presidente hablará con Emilio Azcárraga Jean sólo en situaciones extraordinarias y éste tendrá que dirigirse directamente, sin la intervención de Bernardo Gómez, única y exclusivamente con el citado Mouriño.
Los calderonistas, concluye Darío, resultaron rencorosos y no olvidan los acercamientos con Andrés Manuel López Obrador.
Otro personaje al que le pronostican un papel muy importante en el círculo más cercano a Felipe Calderón es al recién llegado Jorge Alcocer, de quien El Universal apunta Bajo Reserva:
Si usted es de los que practica el deporte nacional de moda: armar y desarmar gabinetes, dé seguimiento cercano a Jorge Alcocer , recién designado coordinador para asuntos legislativos del equipo de transición. Nos aseguran que los encargos para Alcocer son más amplios que eso; que pueden conducirlo a una subsecretaría en Gobernación, o quizá más allá.
Don Jorge -sigue la columna- fue un destacado militante de la izquierda partidista mexicana hasta que se fastidió de sus absurdos, y renunció públicamente a la agrupación que antecedió al PRD, el Partido Socialista Unificado de México (PSUM).
Ese día recibió una llamada telefónica de un dirigente del PAN entonces de segundo o tercer rango, pero que deseaba manifestarle su respeto; ese líder era Felipe Calderón, afirma Bajo Reserva y agrega:
Surgió de ahí una amistad que ha tenido diversas fases, y que hoy se retoma cuando Alcocer trae en las alforjas no sólo su paso por la izquierda sino su relación con el equipo de Francisco Labastida Ochoa - Emilio Gamboa, Enrique Jackson y otros-, del que fue pieza central en la campaña del 2000, además de ser un amplio conocedor del sistema electoral mexicano.
Alcocer es también el tema central de la columna de Raymundo Riva Palacios en El Universal donde afirma que con él Calderón descarta una alianza con el PRD, para realizarla con el PRI, pero no precisamente con el ala más liberal de este partido:
Su designación encierra el amarre con toda un ala influyente dentro del PRI. Se le relaciona estrechamente con el senador Francisco Labastida, quien impuso a Jesús Murillo Karam en la presidencia de la Comisión de Gobernación -que revisó el caso Oaxaca-, y de quien fue subsecretario de Gobernación y coordinador de su campaña presidencial.
Pero también está cerca del ex senador Enrique Jackson, quien lo mantuvo con una iguala durante varios años en el Senado y que le pidió, al alimón con Labastida, el proyecto de la ley para el voto de mexicanos en el extranjero. Jackson es una de las principales figuras para ocupar la presidencia nacional del PRI, y ese grupo está tratando de forzar una asamblea general en noviembre para relevar a Mariano Palacios Alcocer y ungirlo a él, 10 días antes de la toma de posesión.
Riva Palacios escribe que Alcocer es cercano también del capo legislativo del PRI, el coordinador de los senadores Manlio Fabio Beltrones -manejador de Emilio Gamboa, coordinador de la bancada en la Cámara de Diputados y ex colaborador en la campaña de Labastida-, desde que el primero, como subsecretario de Gobernación en los tiempos de Fernando Gutiérrez Barrios, tenía una relación política con Alcocer.
Este, de acuerdo a la columna de Raymundo era el representante del fenecido PSUM en el IFE: y de aquellos años es también su relación con el poderoso abogado de discutibles tratos Diego Fernández de Cevallos, y de Santiago Creel, hoy coordinador de los panistas en el Senado.
Alcocer parece convertirse en la cabeza visible de la negociación integral que le estaba pidiendo ese PRI, que es el fuerte hoy en día a Calderón, a cambio de respaldo político, y parece ser que el presidente electo está empezando a hacer los compromisos fuertes que le den la gobernabilidad buscada. Apoyar al grupo que respalda a Jackson para la presidencia del PRI es un paso.
Tratar en forma diferenciada a otros, como Labastida, es otro más. La previsión de que sea el priísta Luis Enrique Martínez, ex gobernador de Coahuila y representante de los intereses del capital regiomontano, quien tome la dirección de Pemex en el próximo gobierno, añade componentes a la conformación de esta alianza que incluye hombres y programa.
Las piezas de Calderón empiezan a caer, junto con la redefinición de lo que puede ser su plan de gobierno real.
Concluye Riva Palacios que Calderón está construyendo las nuevas alianzas a partir de la presunta debilidad de su principal rival en la poscampaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador. Aquí su columna.
Donde el estira y afloja sigue de pronóstico reservado, es en la conformación del equipo que llevará Agustín Carstens a la Secretaría de Hacienda.
Ahí, por lo pronto, ya se alineó el otro gran aspirante a dirigir las finanzas del país: Luis Téllez.
Darío Celis, el columnista de Reforma asegura en su columna de hoy que Téllez lo llamó el viernes desde Washington, para aclarar que el mejor secretario de Hacienda que podría tener Felipe Calderón se llama Agustín Carstens.
Negó estar cabildeando para esa cartera y juró y perjuró que nunca cuestionaría una designación como ésa, porque Carstens antes que nada es su amigo de la infancia.
Asimismo, rechazó estar participando en los trabajos previos a la elaboración del Presupuesto 2007.
También rechazó formar parte del equipo de transición de Calderón y en caso de que lo llamaran a colaborar se dijo dispuesto a trabajar con el nuevo gobierno, "porque siempre es un gran honor responder a una invitación personal de un presidente electo".
El mismo Darío Celis sugiere en la columna no perder de vista un nombre: Alejandro Gutiérrez, quien engrosaría la lista de aspirantes a reforzar el equipo del futuro secretario de Hacienda.
Y es que el ex senador priísta por Coahuila - afirma Darío- fue unos de los principales operadores, tanto de Francisco Gil como del propio Agustín Carstens, en la presentación de iniciativas de leyes financieras.
Su extracción tricolor lo convierte en un activo valioso en las duras negociaciones que el equipo de Felipe Calderón tendrá que librar en San Lázaro y la vieja casona de Xicontécantl, con un ingrediente adicional: su cercanía con la familia de Carlos Slim Helú. Así que considérelo en la misma lista de José Antonio Meade, Andrés Conesa, Luis Miguel Alvarez y Oscar Levin Coppel.
Darío, por cierto, pone en evidencia las intrigas contra el rector del ITAM, Arturo Fernández, que en una de esas hasta podría ser el secretario de Economía calderonista:
Más de un colaborador de Calderón está levantando la ceja por el dobleteo de funciones que hacen algunos cercanos a su grupo. Es el caso del rector del ITAM, Arturo Fernández
A estas alturas nadie duda que uno de los empresarios que mejor posicionados quedará con la llegada de Calderón a la Presidencia es Alberto Bailleres. Y es que su escuela, el ITAM, será la mejor agencia de colocación en el nuevo gobierno.
Tan es así, afirma el columnista, que en la Escuela Libre de Derecho, que encabeza Ignacio Morales Lechuga, se muestran decepcionados porque su hijo pródigo no los tomó en cuenta a la ahora de reclutar colaboradores, cosa que no pasó con el ITAM.
El ejemplo más claro es Agustín Carstens y con él toda la clase tecnócrata financiera neoliberal, cuyos dos principales exponentes son Pedro Aspe -consuegro, por cierto, de Bailleres- y Francisco Gil Díaz, amén del propio Arturo Fernández.
Hay quienes aseguran que el actual rector del ITAM será una pieza estratégica. Este hombre podría ser el próximo Secretario de Economía.
Su principal encomienda, dicen, tendría que ser la desregulación y el combate a los monopolios.
Explica Darío Celis que Fernández no es ningún improvisado y que cuando Jaime Serra comandaba la extinta Secofi, fungía ni más ni menos que como Jefe de la Unidad de Desregulación.
Le tocó desarticular monopolios como la tristemente célebre Ruta 100, escribe.
Y sigue con amplitud:
Bailleres le tiene una especial confianza en que ascienda y desde una importante cartera impulse reformas, sobre todo en el ámbito minero. La primera, por ejemplo, que posibilite a las empresas privadas la explotación del gas asociado.
Y es que Industrias Peñoles, propiedad de Bailleres y que dirige Jaime Lomelín, ya está técnicamente listo para aprovechar la oportunidad de nuevos negocios que se den con los ajustes a las leyes en la materia.
Digamos que hasta ahí todo es entendible. Bailleres está en su derecho de ver por sus intereses. Después de todo fue un alegre promotor y financiero de la campaña de Calderón y es legítimo que quiere cobrar el apoyo al candidato panista.
Lo que no está gustando a los cercanos del michoacano es que actué en un circo de dos pistas.
Lo que pasa es que simultáneamente está buscando acercarse a Marcelo Ebrard y el operador político de ese vinculo es el mismo Arturo Fernández.
Sucede que otro de los negocios a los que apuesta Bailleres es al tratamiento de aguas.
Bal-Ondeo también es una empresa suya y se dedica a administrar los sistemas en dos de las cuatro demarcaciones en que está dividido el Distrito Federal.
Fernández mantiene una buena relación con Ebrard y Bailleres se propuso explotarla, a pesar de que ello implique "dobletear" con las lealtades políticas.
Y es que el acercamiento necesariamente también es con el PRD.
Los calderonistas más radicales e intolerantes ya se dieron cuenta de la situación y están grillando con el tema.
Mala noticia para ellos, porque los empresarios no se casan con ningún candidato ni partido político.
Otro personaje del sector financiero que merece un largo espacio, pero en Excelsior y en la columna de David Páramo, es Mario Gabriel Budebo, a quien el columnista describe como un hombre de resultados, como lo ha demostrado su paso por la Comisión Nacional del SAR.
Gabriel es un hombre formado en las áreas de ingresos de la Secretaría de Hacienda.
Prácticamente toda su carrera la ha pasado en esta dependencia en cuestiones de fiscalización y combate a la evasión fiscal. De hecho, es considerado por propios y extraños como uno de los más grandes expertos en la materia.
Páramo agrega otros nombres que engordan la lista de aspirantes a colaborar cercanamente con Carstens, por ejemplo, a Miguel Alvarez, para la secretaría de ingresos.
Dice que este personaje es considerado como una de las mentes más brillantes dentro de la Secretaría de Hacienda; sin embargo, parecería que los talentos de este hombre son mucho más de tipo operativo y, por lo tanto, quizá encontraría un mejor acomodo al interior del Servicio de Administración Tributaria.
El SAT, en este momento bajo las órdenes de José María Zubiría, ha tomado un papel mucho más que fundamental ya que se ha venido convirtiendo en una herramienta muy eficiente y ha logrado introducir criterios que en el mediano plazo lograrán que muchos de aquellos quienes se encuentran en la economía informal ingresen a la lista de cautivos, donde deberían estar.
Páramo, en fin considera como el otro nombre natural, a Gabriel Budebo.
Argumenta que sus talentos están mucho más alineados con el diseño de políticas y estrategias de carácter fiscal, que es la función que debe cumplir un subsecretario de ingresos.
E insiste el columnista:
Es evidente que tanto en la mesa de Carstens hay una gran cantidad de nombres y de presiones para las posiciones fundamentales de su equipo; sin embargo, debe tenerse claro que personas como Gabriel son un perfil adecuado.
De donde surgen malas noticias para los aspirantes al nuevo gobierno, es precisamente de la normatividad.
Jesús Rangel trae las malas nuevas en su columna Estira y Afloja de Milenio:
Por primera vez en la historia, el presidente electo Felipe Calderón y los integrantes de su gabinete tendrán que cumplir con candados legales en cuanto a la contratación de personal.
Sólo podrán colocar en puestos claves y en forma directa a 2 mil 700 funcionarios en toda la administración pública federal.
Los que llegan no podrán quitar a ningún director general para abajo porque les caiga mal o no sea de su círculo; tampoco podrán imponer a amigos que no tengan cualidades técnicas para el puesto.
La Ley del Servicio Profesional de Carrera en la Administración Pública Federal de 2003 lo prohíbe.
Explica el columnistga que Eduardo Romero, secretario de la Función Pública, ha señalado que en el Gobierno Federal hay 2.9 millones de servidores públicos divididos en tres grupos:
El primero con el presidente, los secretarios de Estado, subsecretarios y titulares de unidad.
En el segundo, los de la administración centralizada regidos por la ley citada -directores generales, directores generales adjuntos, directores de área, subdirectores, jefes de departamento y enlaces-.
El tercero por el personal operativo.
De esta forma, agrega, la ley sólo aplica a cerca de 63 mil funcionarios.
Informa que ya se hicieron más de 22 mil evaluaciones para certificar capacidades gerenciales en temas como visión estratégica, liderazgo, orientación a resultados, trabajo en equipo y negociación, a fin de mantenerse en sus puestos.
Y concluye:
No podrán ser removidos por "razones políticas o por causas no previstas en las leyes".
La pregunta es ¿se resignará Calderón a gobernar con un equipo de trabajo impuesto por la administración de Fox, o abrirá los candados?