La Hora Cósmica
Por Cosme Haces
La aparición de diez tambos con restos humanos, al parecer disueltos en ácido, en la zona de Calpan.
La balacera en Cuautlancingo con varios muertos, dos decenas de desaparecidos y regueros de sangre en un tugurio donde se realizaban paleas de gallos.
El asesinato de Samaí Alejandra Márquez que conmocionó a la sociedad, pero que sólo fue uno más de los 17 feminicidios que se han consumado en Puebla en los dos meses que van del año.
Enfrentamientos con federales y tropa por el robo de combustible en los ductos de Pemex.
Secuestros, cobros por derecho de piso, extorsiones, ajustes de cuentas.
Aprehensión de importantes capos del narcotráfico.
De empresarios coludidos con el lavado de dinero.
Retenes y rondines de federales y tropa cada vez más frecuentes.
Todo esto conforma un panorama que desde esta aparentemente tranquila capital no se aprecia en su justa dimensión, pero que diagnostica un situación alarmante:
Puebla tiene ya un grave problema de seguridad.
Se suponía que la tradicional vertebracion de la sociedad poblana, una sociedad con instituciones y grupos intermedios, activos y participativos, como los empresariales, familias funcionales, valores, constituía una barrera al desbarajuste en materia de seguridad que se vivía en otras entidades.
Impunidad
En las últimas décadas hemos sido testigos del deterioro social que ciudades como Monterrey y Guadalajara padecieron hasta convertirse en escenarios cotidianos del crimen y la violencia.
Hoy, parece que el turno le llegó a Puebla.
Los columnistas locales están encendiendo los focos rojos de alarma.
Fermín Alejandro García, por ejemplo, señala este día en La Jornada de Oriente que un recuento crítico arroja que el sexenio de Rafael Moreno Valle ha sido propicio para que el estado se convierta en un centro de mando de operadores de las principales organizaciones delictivas de México.
El columnista enumera lo mismo a los zetas que el grupo de los Beltrán Leyva, los rojos de Guerrero y los integrantes del cártel de Sinaloa.
Afirma que gozan de plena impunidad en territorio poblano, situación que no existió en por lo menos los tres anteriores gobiernos.
Y Rodolfo Ruiz en e-consulta, escribía hace dos días que en materia de seguridad pública la entidad poblana viene sufriendo un continuo y creciente deterioro, al que las autoridades estatales parecen prestar poca atención por estar metidas de lleno en el proceso electoral.
Vienen por la plaza
Lo más delicado del asunto, agrega el columnista, es que la inseguridad que vive el estado –por ejecuciones, desaparición de personas, secuestros, levantones, enfrentamientos entre guachicoleros y robo de combustible de los ductos de Pemex— está relacionada con delincuencia organizada.
Fermín Alejandro García atribuye este incremento de inseguridad a la venta de protección oficial hacia dichas organizaciones criminales, las cuales tienen una regla de oro, consistente en que sus dirigentes no se asientan en un municipio, ciudad o estado en donde no tengan comunicación, complicidad o arreglo económico con las autoridades locales.
Rodolfo Ruiz, por su parte, advierte que al comenzar el sexenio se decía que en Puebla no había narcos, que era una entidad segura a pesar de estar rodeada de estados como Guerrero, Veracruz, Morelos y el Estado de México, con fuerte presencia del crimen organizado.
Hoy, a un año de que concluya la gestión morenovallista, el discurso se ha modificado. Ahora ya se admite que el narco opera en algunas regiones como el Triángulo Rojo y la Sierra Nororiental, sin embargo lo ocurrido el lunes en Cuautlancingo deja la impresión de que el crimen organizado ya tocó la puerta y viene por la plaza de Puebla.
Annibal ad portas: Anibal ya está en la puerta, gritaban los romanos, para alertar a la población sobre el peligro del cartaginense.
Crimen ad portas, habría que gritar ahora en Puebla.
Y organizarse para hacerle frente.
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