sábado, enero 31, 2009

Confesiones de El Pozolero


El columnista de Excélsior, Francisco Garfias, publica este día en su columna Arsenal las declaraciones hechas a la autoridad, en Tijuana, por Santiago Meza López, alias El Pozolero, quien confesó haber disuelto en ácido a unos 300 cadáveres.

Estas son las declaraciones:

—¿Cómo te llamas?
—Santiago Meza López.
—¿En qué momento del operativo huyó Teodoro García Simental?
—Cuando estábamos en la playa, ahí por La Misión.
—¡Habla más fuerte!
—En una playa que se llama La Misión.
—¿De cuántas personas se acompañaba?
—Como de unas 25 personas.
—¿Visitaban policías regularmente el sitio donde se escondían?
—Yo nada más conocía a unos 14 ministeriales.
—¿(Los policías) recibían dinero o droga de El Teo? —le preguntan al Pozolero.
—Eso no sé decirle.
—Aparte del cocinero y la mujer, ¿cuántas otras personas estaban al servicio de García Simental?
—Como unas 40 personas, entre mujeres y hombres.
—¿Cómo aprendió a realizar su trabajo?
—Pues haciendo experimentos, con pocas porciones.
—¿Cuál es el procedimiento?
—Es de… lleva sosa cáustica, agua y gas.
—Además de deshacer cuerpos, ¿existen incineradores?
—Que yo sepa, no.
Dijo que en diciembre de 2007 fue cuando más cuerpos le llevaron.
—¿Cuántos en 2008?
—Pues no tengo la cifra, pero sí fueron más que otras veces.
—¿Cuánto es “más que otras veces”?, un número.
—Unas 60.
—¿Cuántos son en lo que va del año?
—En este año, uno nada más.
—¿Sabe quién es?
—No, yo nunca conozco, recibo a una persona y no sé ni quién son.
—¿Cuánto le pagaban por hacer lo que hacía?
—600 dólares
—¿Quién, cómo y en qué condiciones se los llevaban?
—Ya los llevaban ya muertos y me los entregaban en un carro.
—¿Cómo llegó a esa posición?
—Pues en esto, como empezamos a hacer experimentos y yo me convertí, agarrándole a la movida, y ese fue mi error, que le puse más interés y por eso me quedé.
—¿Dónde compraba los suministros y cada cuándo?
—En una ferretería, Construrama.
—¿Dónde está ubicada?
—Está por Mariano Matamoros.
—¿Existen más personas que hacen la labor que El Teo desempeñaba en el narco?
—Sí.
—¿Quiénes son?
—Les apodan El Muletas, El Chiquilín y La Perra.
—¿De dónde es originario y cómo entró al crimen organizado en Baja California?
—De Guamúchil, Sinaloa, hace como unos 17, 18 años. Entré por la construcción.
—¿Cómo conoció a El Teo?
—En una casa, estábamos en la casa esa, como para salir a trabajar, a cuidar mercancía.
—¿Dónde estaba la casa?
—Allá por Matamoros.
—El domicilio.
—No lo sé, no tengo el domicilio.
—¿Conoce a El Ingeniero?
—No.

Muere Eloy Aguilar, veterano de la AP


Eloy O. Aguilar, quien durante sus 41 años de laureada trayectoria con The Associated Press cubrió terremotos, guerras civiles, entrenó a varias generaciones de periodistas y disfrutó el periodismo a plenitud, colapsó y falleció el viernes. Tenía 72 años.

La agencia AP distribuyó el siguiente despacho:

Aguilar, quien nació el 5 de enero de 1937 en el valle del Río Grande, en la frontera de entre Texas y México, se jubiló de AP en el 2006, y actualmente dirigía la agencia de noticias del diario mexicano El Universal.

"Eloy personificó lo mejor de AP, liderando con ejemplo y trabajo arduo, periodismo impecable y bondad inagotable", dijo Tom Curley, presidente de AP. "Era un colega querido al que extrañaremos".

Aguilar conversó detalladamente sobre su trayectoria profesional durante una entrevista de cinco horas que concedió el 24 de enero para el Archivo Corporativo de AP, en su casa de fin de semana ubicada en Tepotzotlán, en las afueras de la ciudad de México.

Un tanto nervioso al comienzo por las luces de televisión, Aguilar se fue relajando con el correr de los minutos. Vestido de camisa azul oscura y corbata, sus ojos brillaron intensamente cuando recordó la muerte de colegas en la guerra. Su pícara sonrisa lo acompañó al narrar anécdotas divertidas.

En un tono distendido, dejó muy claro que su mayor orgullo en AP fue que la gente que trabajó con él durante los años, hayan terminado siempre en cargos altos.

Aguilar se dio a conocer no sólo por sus coberturas en situaciones de conflicto, sino también por su eficiencia al organizar la cobertura de grandes eventos y por su persistencia como vendedor de los servicios de AP, labor que combinó siempre con sus deberes periodísticos.

El terremoto que sacudió la capital mexicana en 1985 permitió a Aguilar alcanzar uno de sus principales logros profesionales. Ante la imposibilidad de transmitir información durante las primeras horas posteriores al sismo, Aguilar alquiló un avión por 6.000 dólares junto a otro corresponsal que los llevara a Harlingen, Texas, desde donde se transmitieron los primeros despachos fuera de México.

La invasión estadounidense a Panamá en diciembre de 1989 tuvo a Aguilar como testigo de lujo. Alertado sobre la inminencia del operativo militar desde la misma mañana por un militar conocido, Aguilar reporteó en las calles esa larga noche. Al caer las primeras bombas estadounidenses, llamó a la oficina de México para dictar el alerta noticioso. El editor le preguntó quién había confirmado el inicio de la invasión. Aguilar solo alzó el auricular para que escuchara los bombazos.

Su habilidad sin par para las relaciones públicas ayudó a que el gobierno de Fidel Castro autorizara a AP la apertura de su primer buró en La Habana en 1999, tras una ausencia de casi 30 años.

Aguilar mostró interés por el periodismo desde su infancia, y al regresar en 1959 a Texas tras enrolarse en el ejército estadounidense, comenzó a trabajar como reportero en un diario de Brownsville.

Invitado por un amigo de Texas, llegó a Caracas en 1961 para trabajar en el diario en inglés The Daily Journal, donde se inició en el periodismo de guerra cubriendo escaramuzas de las guerrillas izquierdistas, las primeras que aparecían en el continente.