lunes, enero 21, 2008


Más tinta sobre el Caso Aristegui

Esto dicen hoy los medios de los medios:

Continúa Fidel fiel a la difusión de su imagen.EXCELSIOR.- Un kilo de café con el logotipo del gobierno de Veracruz y una botella de refresco sabor grosella de la marca Tío Fide, son una muestra de lo que el mandatario Fidel Herrera ha hecho para promocionar su imagen en sus primeros tres años de administración. Desde que llegó a la gubernatura, Herrera difundió su imagen mediante pendones, espectaculares, promocionales en radio, televisión y prensa, y le crearon canciones, entre ellas Tío Fidel. El programa de Piso Firme del gobierno federal se cambió por el de Piso Fiel. Fiel y fidelidad fueron las palabras preferidas que se donaron al PRI para su campaña electoral.


F. BARTOLOMÉ. REFORMA.- La llegada de Juan Camilo Mouriño a la Secretaría de Gobernación ya marcó un cambio... al menos en la estrategia mediática de esa dependencia. Y es que, a diferencia de su antecesor, Francisco Ramírez Acuña, el ex número dos de Los Pinos anda en pleno "road show". En tres días, ya lleva nueve entrevistas en los principales noticiarios de radio y televisión. ¿A poco el joven Mouriño va a seguir el ejemplo del gobernador del estado de México, Enrique Peña, y del jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, quienes últimamente dan más entrevistas que un cantante con disco nuevo?

Gana Gobernación litigio a ‘Big Brother’.
REFORMA.-La Secretaría de Gobernación ganó un litigio de tres años contra Televisa, derivado de la aplicación de siete multas por transmitir en televisión abierta segmentos del programa "Big Brother VIP 3", cuyos protagonistas profirieron múltiples insultos al aire. Televisa alegó en su defensa que las malas palabras son parte de la vida ordinaria del mexicano, que son utilizadas por personalidades del medio literario, periodístico y artístico, y que no son una corrupción del lenguaje, sino una "regionalización" del español.

RADIO
Proceso.- Grupo Televisa, a través de un desplegado, enfatiza que rechaza injerencia alguna en la terminación de la participación de Carmen Aristegui en W Radio

Universal, Campos Elíseos, Katia D'Artigues.- la no renovación del contrato de Aristegui al frente del noticiario matutino de W Radio sigue provocando reacciones, eventos, desplegados. Empecemos por el desplegado -pagado por Televisa en Proceso y otros medios- que me llama más la atención. ¿Cuándo había escuchado hablar de algo así? Que yo recuerde, las empresas televisoras raramente pelan a los medios impresos como para hacer reaccionar de esa manera.

Universal, Itinerario Político, Ricardo Alemán.- Si bien resulta molesto para algunos, y exagerado para otros, lo cierto es que el llamado "caso Aristegui" -legítima decisión de una empresa mediática de no renovar el contrato a la periodista, que provocó una saludable reacción social de protesta- le ha hecho un gran favor a la democracia mexicana.

Financiero, Carlos Ramírez, Indicador Político.- si se analiza a fondo, el caso de Carmen Aristegui se salió del debate sobre el papel social de los medios y entró en el terreno de las demandas expropiatorias de AMLO. El problema real del asunto es que la propia Carmen ignora las razones de su salida de la W o ha tratado de politizar el asunto. Ahora se viene un debate político contra las televisoras: obligarlas a tener políticas editoriales controladas por consejos de comunicación formados por militantes perredistas.

TELEVISIÓN
El Universal.- El Cineasta Fernando Sariñana fue será nombrado el lunes próximo nuevo director general de Canal Once, del Instituto Politécnico Nacional.

PRENSA
Universal.-El doctor Juan Ramón de la Fuente, quien pacificó y condujo la Universidad Nacional Autónoma de México durante ocho años, aceptó la invitación para formar parte del Consejo de Administración de El Universal, que le hicieron el licenciado Juan Francisco Ealy Ortiz, Presidente del mismo, y el licenciado Juan Francisco Ealy Jr., Director General del diario.

martes, enero 15, 2008

La Juana de Arco de López Obrador

El caso de Carmen Aristegui se ha lopezobradorizado, opina Carlos Ramírez en su columna de hoy: Indicador Político.
Dice así:
Cuando supo que el periodista que estaba entrevistando escribía una biografía no autorizada de Julio Scherer García, la conductora Carmen Aristegui le dijo muy en serio:
--Tú que hablas mal de Julio Scherer y yo que te miento la m...
La conversación ocurrió apenas el año pasado, cuando Aristegui se forjaba su espacio crítico. Sin embargo, se trataba ya de un periodismo parcial, de amigos y enemigos, maniqueo, militante.
Hubo un tiempo en que Aristegui fue un espacio de pluralidad política. Acaba de dejar su cargo como consejera electoral en el DF. Y ella representaba un periodismo abierto, plural, quizá poco objetivo, pero orientado hacia la consolidación de la transición.
Pero vino luego el síndrome López Obrador. Y ahí se perdió Aristegui. Su programa de radio se parcializó. Y ella se metió en un problema de relación empresarial con los dueños de la estación W Radio. Pero el asunto no fue de libertad de expresión, sino de entendimiento comercial. De contrato. Tan no fue así, que su periódico Reforma, donde ella colabora semanalmente en la sección editorial, publicó la información en la sección de espectáculos.
El conflicto es más grave de lo que Aristegui ha podido dilucidar. En el fondo, se trata del establecimiento de reglas claras para mantener espacios editoriales en empresas privadas reguladas por los contratos comerciales. Es decir, que los periodistas deben establecer en sus contratos con empresas privadas las cláusulas de libertad de expresión.
El caso de Aristegui se ha politizado. Peor aún, para ella, se ha lopezobradorizado. Si se revisan todas las cartas y declaraciones de protesta, hay un común denominador: La vinculación con la estrategia de desestabilización de López Obrador. Y la razón no es difícil de dilucidar: El candidato derrotado a la Presidencia de la República tiene a Televisa y al Grupo Prisa en su lista negra por haber, dice reiteradamente el perredista, conspirado contra su campaña. Y Aristegui es la oportunidad perfecta.
De ahí que el caso Aristegui se haya salido del espacio del debate sobre la libertad de expresión en las relaciones comerciales entre una empresa y una periodista y metido en los terrenos del conflicto de López Obrador contra empresas e instituciones. Por tanto, ya no es Aristegui, sino el pretexto de López Obrador para atacar a Televisa.
Por eso Aristegui ha caído en la parafernalia lopezobradorista y se ha dedicado a denunciar la existencia de un compló en su contra. Es posible que Televisa y Prisa, cada uno en sus respectivos espacios, hayan asumido la decisión de no renovarle el contrato a Aristegui por razones políticas, pero tuvieron el cuidado de darle un espacio empresarial. Y ahí Aristegui se quedó sin argumentos. Por eso ha tomado el camino de la politización de su caso y de llevarlo a la calle.
Pero Aristegui tiene muchos argumentos en contra. Por ejemplo, el periodista Carlos Loret de Mola salió de W Radio antes que ella y lo hizo sin estridencias: Simplemente encontró otro espacio. Y eso que Loret era director del consorcio. Pero ahí se estableció el criterio empresarial por encima de las políticas editoriales. Y no hubo censura.
Si el caso de Aristegui hubiera sido realmente de censura, entonces habría habido una mayor protesta periodística. Pero se ha tratado de una redefinición de los criterios empresariales-periodísticos de un consorcio. Reprobables en su contexto general porque inversionistas extranjeros no llegan a abrir nuevos espacios de libertad, sino a consolidar sus negocios por encima de los criterios editoriales. Otra vez oro por espejitos.
Pero ahora quieren convertir a Aristegui en la Juana de Arco de López Obrador. Y todo se reduce a un enfoque personal. Por ejemplo, la académica Denise Dresser escribió que una de las razones para creer en México es “la sonrisa de Carmen Aristegui”. O los que la quieren convertir en una mártir de la libertad de expresión cuando en su trabajo en la W nunca fue censurada.
Es lamentable que la W Radio y el Grupo Prisa de El País se hayan inclinado hacia el negocio y sacrificado su credibilidad editorial --habrán de pagar socialmente las consecuencias--, pero siempre dejaron a Aristegui hacer su periodismo maniqueo, funcional a López Obrador.
El caso Aristegui revela la crisis en la transición del periodismo político dentro de la democratización del País. Los periodistas y el Gobierno han carecido de una estrategia para salvaguardar los espacios de libertad de prensa. Es lamentable que sea Prisa la que haya modificado criterios empresariales que afectaron políticas editoriales, cuando Prisa edita El País, ese diario que fue producto de una visión democrática del periodismo, pero luego prefiriera el negocio por encima de las ideas.
Pero también es lamentable que Aristegui haya optado por el martirologio y la lopezobradorización de su problema. Lo grave de todo es que Aristegui mostró, en su entrevista con Proceso esta semana, que realmente ignora qué ocurrió. Aunque ya pasó a formar parte de las mártires de la libertad de expresión. A lo mejor se trataba sólo de eso. De ser mártir.