Después de metrosexuales y tecnosexuales, aparece una nueva especie de la machofauna.
Aquí está la nota.
Y a propósito de machofauna
Al que no perdonan es al príncipe Harry con su uniforme de naziLos periódicos lo ponen del asco en Europa:
Y hasta lo comparan con Hitler:
Naomi, pase de pecho
Y ya que hablamos de machofauna y para su escándalo, aquí está la información del traspiés que sufrió Naomi Campbell en una reciente pasarela. Sólo se le vió un poquito.
En Europa la sombra de la hecatombe es como una herida que no envejece ni sana y es muy dolorosa. Hace años platiqué en Chiapas con un Alemán, fui corresponsal de la Agencia Alemana de Prensa (DPA) en Chiapas en los años posteriores al levantamiento armado zapatista, Erich con un apellido impronunciable se tornaba duro y seco cuando por casualidad en una charla entre colegas salió el tema de Hitler, un poco más en confianza me dijo que en Alemania el tema de la hecatombe era radical, que los había quienes se avergonzaban a morir y otros que pasaban de un primer impulso de desdén y hasta el trauma total y la hostilidad, él, reportero experimentado unos 40 años (yo tenía 23), me dijo que los museos y/o exposiciones que existían sobre el tema de los judios era un éxito, la gente los abarrota como una especie de catarsis que sacudía a todos como para eximir sus culpas (se dan cuenta una culpa generacional), la generación postguerra era una generación acomplejada y marcada por el exceso nazi, me dijo que los movimientos nazis en Alemania estaban destinadas a no tener éxito (ojalá no se hubiera equivocado) porque existía una inmensa mayoría que vivía con la sombra de Hitler en sus pesadillas, me decía y en serio, allá casi nadie habla de eso, cuando algún extranjero lo hace no es raro que la gente se retire de la conversación sin decir nada o se torne hostil, es un tema tabú.
ResponderBorrarSobre la estupidez del principe, pues es lo malo que los europeos se tomen tanto en serio a una familia de parásitos símbolos éspejos de una decrepitud sistematica, Harry sólo ha demostrado ser un muchacho estupido, como los hay miles en el mundo, tan común como el sol o la luna.
Bueno, por lo menos de algo sirven los príncipes: por lo menos para que los periódicos vendan más ejemplares con sus escándalos o con sus cuentos de hadas
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