La alegría del rescate en Irak de la reportera italiana Giuliana Sgrena, que ya se celebraba en la redacción de su periódico Il Manifesto, en Roma, se convirtió de pronto en frustración y tristeza, al conocerse la noticia del incidente en que tropas de Estados Unidos balacearon el vehículo en que la transportaban.
La reportera resultó herida y el agente secreto italiano que la había rescatado, acabó muerto.
Los periódicos del mundo daban la contradictoria noticia en forma muy detacada.
Al mismo tiempo, el mando de la III División de Infantería del ejército de los Estados Unidos, dió la siguiente explicación:
Hacia las 9 de la noche, una patrulla en la zona oeste de Bagdad observó a un vehículo que se dirigía hacia el control e intentó avisar al conductor para que se detuviera, con señales hechas con las manos y los brazos, y con luces, por lo que efectuó disparos de aviso frente al coche.
Al no parar el conductor, los soldados dispararon a la zona del motor, lo que detuvo al vehículo, matando a una persona e hirió a otras dos.
El periodista Iñigo Sáez de Ugarte, que sigue en su blog los incidentes de las guerras de medio oriente, explica en su bitácora Guerra Eterna en Oriente Medio:
El tiroteo acabó con la muerte de uno de los tres acompañantes de Sgrena, identificado en algunos medios italianos como el responsable de los servicios de inteligencia italianos en Irak.
Hace unas horas, se decía que el coche se dirigía al aeropuerto de Bagdad, donde Sgrena iba a coger un avión para volver a Italia cuanto antes. Sin embargo, el portavoz del Pentágono, Bryan Whitman, ha dicho que el destino del vehículo era Camp Victory, una base militar norteamericana. En ese caso, los agentes italianos pretendían colocar a la periodista bajo la protección de las fuerzas norteamericanas, precisamente para que fuera evacuada con total seguridad.
Desde Camp Victory, Sgrena podría haberse subido a un helicóptero y ser trasladada a Kuwait o al aeropuerto de Bagdad. La carretera que lleva al aeropuerto es una de las más peligrosas de Irak.
Lo que resulta difícil de entender es cómo es posible que los agentes de los servicios de inteligencia italianos no estuvieran coordinados con los militares norteamericanos (quizá lo estuvieran). Como han contado en innumerables ocasiones los periodistas que trabajan en Irak, los desplazamientos por carretera se hacen a gran velocidad por miedo a sufrir una emboscada, sobre todo si tienen que viajar de noche.
No sería de extrañar que el vehículo de los italianos fuera muy rápido ni que le fuera imposible ver el control militar. Tampoco sería muy extraño que el disparo al motor del coche para detenerlo, del que habla la primera versión de la III División de Infantería, fuera en realidad una lluvia de balas. Según las primeras versiones que han partido de Italia, todos los ocupantes del coche recibieron impactos de bala.
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