El tiempo acabará con todos. Pero antes lo hará con los diarios. La crisis del diario está en las tres primeras letras. El día. La unidad de tiempo. Está rota. Un día da para mucho. En la microescala están la radio, los teléfonos móviles, internet, los paneles informativos en las ciudades, la televisión. Esperar al día siguiente es una absurda condición para las noticias. Pero también en la macroescala hay problemas para la unida de tiempo. Víctor de la Serna describe hoy en El Mundo la crisis de los teleDIArios americanos a partir de una información del New York Times: “A lo largo de 25 años la audiencia de los telediarios se ha reducido y envejecido. Una de cada cuatro personas que los veía hace aún poco tiempo —principios de los años 90— ya no los ve, y la edad media de los telespectadores que lo sigue es hoy de 60 años” Concluye De la Serna: “¡Sesenta años! Los telediarios se van a morir a la vez que sus seguidores”. Es muy probable. Pero no me parece que la razón sea la que ocupa su último párrafo: el desinterés creciente por las noticias. Ocurre, creo, que un día es poco tiempo en este caso. La información televisiva es víctima de su naturaleza. Ha convertido la información en espectáculo y cada noche no acude uno al teatro de variedades. Sólo cuando hay estreno. Y buenos estrenos. En realidad, y desde este punto de vista, un día da para poco. Si la información se ha convertido en un flujo constante, como la electricidad, es evidente que no pueden haber fuegos artificiales, cada día, tres veces. El telediario obligatorio desaparecerá y la información sólo formará parte del espectáculo televisivo cuando se disponga de un buen guión. Impuesto por el azar o diseñado ad hoc. La información se emancipa del rito solar. También.
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jueves, abril 14, 2005
Diarios: con los pelos de punta
Los diarios tienen sus días contados. El pronóstico aparece en el blog del español Arcadi Espada:
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