Los ánimos se caldean en el gremio de la comunicación a propósito de las campañas electorales.
El pleito entre Federico Arreaola y Oscar Mario Beteta es de pronóstico reservado, y de acuerdo a la columna Indicador Político de Carlos Ramírez, los pejistas tienen en la mira a otros periodistas no afines a su ideología, a quienes también amenazan.
Este es el texto de la columna
No, la verdad que no se trata de los excesos propios de comportamientos psicológicos desbocados.
Porque no es sólo Federico Arreola. También Manuel Camacho Solís le ha entrado al envío de mensajes amenazadores contra periodistas y columnistas. Cuando lleguen al poder con López Obrador se van a dedicar a ajustar cuentas con los críticos.
Ayer martes la directora de la revista Siempre, Beatriz Pagés Rebollar, contó en el programa de Óscar Mario Beteta, en Radio Fórmula, una anécdota. Carlos Salinas era candidato presidencial y Camacho era secretario de Desarrollo Urbano y Ecología del gobierno de Miguel de la Madrid.
Pero violando la ley, Camacho era el principal -el principalísimo- operador político de Salinas. Nada, pero absolutamente nada, hacía Salinas sin consultarlo con Camacho. De ahí el peso de la amenaza. Camacho le llamó a Beatriz Pagés Rebollar para reclamarle una caricatura de la revista Siempre donde había rasgos burlones contra el candidato.
Camacho le habló duro. Y le dijo que no podía ofender así al presidente de la República. Beatriz le dijo que Salinas era candidato. Camacho le respondió: "sí, pero va a ser el presidente". El recado de intimidación había quedado sembrado.
Era, pues, el Camacho de siempre, el de hoy. En esta lógica del estilo autoritario de Camacho hay que ubicar la reciente ofensiva de Federico Arreola contra el conductor Óscar Mario Beteta.
Obsesionado con la victoria de López Obrador en las encuestas, Arreola ha sido el encargado de difundir la versión de un atentado contra el candidato presidencial perredista. En la página 50 de su libro sobre la propuesta de López Obrador como una oferta de lucha de clases de pobres contra ricos,
Arreola le pone nombre al magnicidio: "Hubo periodistas a los que consideraba serios, que celebraron la que al parecer sería la caída definitiva de López Obrador, algunos como a Jorge Fernández Menéndez les (sic) pareció que había llegado la oportunidad de cobrarle viejas cuentas al tabasqueño, y desde el Nicogate no han dejado de golpearlo, en tiempos de desmesura el gran exceso fue el de Óscar Mario Beteta, éste llegó a sugerir el asesinato como la única forma de parar a Andrés Manuel".
Más que un registro de hechos, Arreola lanzó una acusación de consecuencias penales. O Arreola acusa a Beteta con pruebas de sus dichos o Beteta está obligado a demandar penal y civilmente a Arreola por sus desmesuras.
El asunto no deja de ser delicado, aunque en el fondo se revela solamente el estilo de Arreola -que es el mismo de Camacho y del propio López Obrador- de buscar la victimización del candidato presidencial perredista como forma de conseguir votos.
Lo malo, sin embargo, es que Arreola ha enredado al candidato presidencial perredista. El primero que habló del posible magnicidio fue Marcelo Ebrard, quien inventó la teoría de la conspiración durante la fase más dura del desafuero y dijo en televisión: "¿quieren otro Colosio?" En su afán por congraciarse con el candidato, Arreola también ha llevado a Luis Donaldo Colosio Riojas al centro del conflicto.
En su libro, Arreola revela frases de temor del hijo del candidato priista asesinado en Lomas Taurinas que implicarían el hecho de que Colosio Riojas posee información sobre el asesinato de su padre como un crimen político.
A partir de las revelaciones de Arreola, la PGR está obligada a citar a declarar a Colosio Riojas para que entregue esas informaciones. Pero los enredos de Arreola son parte de su naturaleza.
Ha comenzado una campaña en contra de periodistas y columnistas no tanto por estar preocupado por su propia moralidad -la ausencia de moral es también una forma de corrupción-, sino para desviar la atención de un tema mucho más delicado: sus reuniones, en su condición de jefe financiero de la campaña de López Obrador, con el empresario Kamel Nacif para solicitarle aportaciones a la campaña del candidato presidencial perredista.
Este asunto es más complicado de lo que parece. López Obrador pidió dinero en enero a un empresario acusado de proteger a pederastas y de violentar la ley.
Y lo hizo después de la aprehensión de la investigadora Lydia Cacho en Cancún. Por tanto, López Obrador y Arreola deben ser evaluados con el mismo rasero con el que analizan al gobernador poblano Mario Marín. Así como demandó a Marín, la investigadora Cacho está obligada a demandar a Arreola y al PRD por sus reuniones secretas con Nacif para solicitarle dinero.
Es obvio que Arreola sólo le pudo haber prometido impunidad a Nacif a cambio de dinero. Beteta no necesita defensa. Es de los periodistas y conductores de radio más profesional, más ético y más coherente.
Había invitado a Arreola como colaborador de su programa. Y Arreola aceptó, en un rasgo más de amoralidad, sin decirle que lo había acusado en su libro de pedir el asesinato de López Obrador. Con dignidad, Beteta explicó el lunes su posición y acusó a Arreola con un retrato perfecto: "nunca he conocido a nadie, y lo subrayo, a nadie que actúe con la perversidad, el cinismo, la amoralidad, la traición, la mentira, la desvergüenza, la hipocresía y el descaro que compruebo describen en toda exactitud a un sinvergüenza, a un desleal, siempre y con todos, convenenciero, difamador y calumniador que lleva el nombre de Federico Arreola".
Arreola se refería al clima de tensión política, el mismo que cobijó el asesinato de Colosio en 1994. Y seguramente sabía de lo que hablaba.
Por sí mismo y ahora por su alianza con Camacho en el equipo de López Obrador. En otro libro Arreola había acusado a Camacho del clima que envolvió el asesinato de Colosio. Y ahora son dos alegres compadres.
De ese tamaño es la amoralidad de Arreola. Y de Camacho. Porque, en efecto, Camacho fue responsable de la descomposición del clima de la candidatura de Colosio. Y Arreola lo supo. Arreola forma parte del estilo político de López Obrador. Camacho, en actitudes que lo hermanan a Arreola, también ha comenzado a mandar mensajes amenazantes a periodistas y columnistas: cuando lleguen al poder van a pagar todo lo que escribieron. Así viene el gobierno de venganzas de López Obrador.
Y estas son algunas notas de los últimos días sobre el asunto:
La Crónica de Hoy | Federico Arreola |
Milenio | Exhiben en nuevo libro la fijación demencial de Fox por frenar a ... La Jornada (México) - Los periodistas Federico Arreola y Carmen Aristegui en la presentación del libro de aquél, 2006, la lucha de la gente contra el poder del dinero, ayer en ... Itinerario Político López Obrador y Navalón acuden a presentación de libro de ... López Obrador llama a combatir abstencionismo |
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