Hay de sillas a sillas.
Y en el menjurge preelectoral que vive el PAN en Monterrey, el juego de las sillas se plantea así: te vas lejos de la silla del cerro para estar cerca de la silla de Pedro.
Hay que leer la columna de Enrique Aranda, De Naturaleza política, en Excélsior de este domingo para entenderle.
Dice así el columnista:
Y en el menjurge preelectoral que vive el PAN en Monterrey, el juego de las sillas se plantea así: te vas lejos de la silla del cerro para estar cerca de la silla de Pedro.
Hay que leer la columna de Enrique Aranda, De Naturaleza política, en Excélsior de este domingo para entenderle.
Dice así el columnista:
En lo que parecería ser un paso más en su intento de replicar la manera de hacer política del “viejo priismo” —en lo que, habría que decir, muestran grandes avances— los hombres de Acción Nacional, y del gobierno federal, aprovecharon el feriado navideño para intentar desmovilizar a cuando menos dos aspirantes a competir por la gubernatura de Nuevo León, vía la oferta —a uno de ellos, al menos— de una sede diplomática en el exterior, la representación ante El Vaticano para ser exactos.
La víspera de Navidad, efectivamente, el ahora estratega electoral César Nava, viajó a Monterrey para reunirse con el alcalde —ahora con licencia— de San Pedro Garza García, Fernando Margáin, con la intención de convencerle de abandonar su pretensión de competir por la candidatura del blanquiazul al gobierno estatal que, a juzgar por lo que se ve, parece estar reservada para Fernando Elizondo, favorito de Los Pinos… y de Natividad Nati González Parás, ¡el saliente gobernador priista!
¡Ah!, el cambalache ya se lo habían propuesto al jarocho Gerardo Buganza, también para quitarlo del camino a la gubernatura de Veracruz, precisa el columnista.
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