Tras ser figura de primera línea en la política nacional en el último lustro, de haberse enfrentado y desafiado al presidente Felipe Calderón en la última parte de su mandato y de haber pactado y apoyado al presidente priísta Enrique Peña Nieto en la negociación y aprobación de sus reformas estructurales, hoy Madero parece cargar el peso histórico de su apellido y se encuentra relegado en una diputación donde ha perdido fuerza y ascendencia entre los panistas que no hace mucho lideró, abandonado por sus antiguos amigos y aliados y relegado por el que un día fuera su joven pupilo, el actual dirigente nacional panista, Ricardo Anaya.
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