El suspirante presidencial abandonó las filas del PRI porque no tenía las mínimas posibilidades de convertirse en candidato al Senado. Ante el escenario adverso, buscó el pretexto perfecto —el escándalo del Lydiagate— para renunciar al partido que lo vio nacer, y se incorporó al PAN.
El meollo del asunto
Hoy, Armenta Mier está en la misma posición. Tiene pocas o nulas posibilidades de convertirse en el candidato tricolor a la gubernatura en 2018.
Y cuenta con el pretexto perfecto para ponerse el yugo de López Obrador. Jura y perjura que lo van a correr del PRI porque denunció públicamente el amasiato entre la cúpula tricolor y el exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, por el saqueo y abuso de poder.
En tanto, Alejandro Armenta, quien no sabe si todavía es del PRI o si ya es de Morena, vive una dualidad esquizofrénica que aún no mide las consecuencias de su metamorfosis.
Hoy, Armenta Mier está en la misma posición. Tiene pocas o nulas posibilidades de convertirse en el candidato tricolor a la gubernatura en 2018.
Y cuenta con el pretexto perfecto para ponerse el yugo de López Obrador. Jura y perjura que lo van a correr del PRI porque denunció públicamente el amasiato entre la cúpula tricolor y el exgobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle Rosas, por el saqueo y abuso de poder.
En tanto, Alejandro Armenta, quien no sabe si todavía es del PRI o si ya es de Morena, vive una dualidad esquizofrénica que aún no mide las consecuencias de su metamorfosis.
Aquí la columna
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