Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, de El Universal, apunta que detrás del llamado del PRD a “todas las fuerzas democráticas” a formar un Frente Amplio en el 2018, que no se reduzca a una “alianza electoral” y busque hacer propuestas de gobiernos de coalición y mayorías para resolver la “situación crítica que atraviesa el país”, hay una apuesta clara por la supervivencia de esa fuerza política.
Porque es un hecho que hoy, lejos de estar condenada a la desaparición que vaticinaban sus detractores, el perredismo es un atractivo aliado por ser el partido que, según encuestadores y analistas, “puede definir quién gana la Presidencia en 2018”.
El meollo del asunto
Alejandra Barrales es la principal impulsora de este Frente que desde el 8 de abril perfiló en un discurso en el Zócalo capitalino.
Más allá del discurso político e ideológico del Frente, la alianza que en el fondo más le interesa al PRD es el apoyo del PAN en la Ciudad de México.
Si quiere retener su principal bastión, hoy amenazado por Morena, el perredismo necesita forzosamente de los panistas.
Pero eso significa que a cambio, el PRD tendría que apoyar a un candidato panista para 2018. Por eso ayer todos los aspirantes del PAN, lo mismo Margarita Zavala que Rafael Moreno Valle y Ricardo Anaya, le dieron la “bienvenida” al frente opositor aprobado por el PRD y celebraron la propuesta. Claro que de los tres aspirantes el que más ventaja parece obtener con ese frente es Anaya.
Aquí la columna
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