domingo, noviembre 30, 2008

Comentocracia: Don Galleto ataca de nuevo

Así viene la síntesis de artículos:

Don Galleto ataca de nuevo
Milenio Diario, p. 16/Opinión
Juan Ignacio Zavala
Como respuesta a mi artículo del miércoles pasado en el que comenté las andanzas televisivas del jefe de Gobierno, don Marcelo Ebrard mandó a contestarme a un escribano de apellido Brito que ocupa algún puesto en la estructura local del PRD. Este sujeto -además de hacer el gran descubrimiento de mis lazos familiares- manifestó en una carta publicada en este diario su indignación porque en mi texto no se aprecia “el análisis de los índices o indicadores sobre las políticas del gobierno de la capital”; irritado porque hay “quienes desgarran sus vestidos (sic)” por la presencia del gobernante en el programa de espectáculos, defendió el derecho del jefe de Gobierno capitalino para presentarse en los programas de variedades argumentando que “el gobernante no puede ser distante ni mucho menos ajeno a la diversidad social y la exigencia de informar sobre los temas que le resultan útiles a la sociedad. Ningún programa es desdeñable en ese sentido...


Calderón, Obama y Bartola

Reforma, p. 17/Opinión
Juan Pardinas
Los gobiernos de México y EU tienen un desafío financiero similar: impulsar un programa de recuperación económica, pero con una bolsa limitada de recursos. Cada país tiene retos particulares, pero Felipe Calderón y Barack Obama tienen enfrente el mismo problema que Chava Flores le dejó a Bartola: “ahí te dejo estos dos pesos, pagas la renta, el teléfono y la luz…”. ¿Cómo reaccionó cada mandatario ante el problema de la escasez de recursos? “Reformar el presupuesto, no es una opción sino una necesidad”. El Presidente electo de EU, Barack Obama, pronunció esta frase en una conferencia de prensa a principios de la semana. ¿Y cómo reaccionó Calderón? Éste anunció que nadie tendrá que apretarse el cinturón. Dicha afirmación es parcialmente cierta. Ni la burocracia federal ni los gobernadores ni los munícipes tendrán que apretarse el cinturón. La estabilidad institucional del sistema político de EU permite impulsar cambios que aquí parecen imposibles. La inmadurez democrática de México es el mayor obstáculo de un cambio para bien.


Delitos y guerras

Reforma, p. 17/Opinión
Luis Rubio
Violencia, guerra, criminalidad. Las imágenes hacen difícil entender la realidad y determinar dónde estamos. Reina la confusión. Los críticos toman el pódium, unos para ofrecer perspectivas y comparaciones, otros para arreciar contra el gobierno. Los primeros aportan un contexto invaluable; los segundos tratan de sacar raja de las terribles imágenes. Lo que parece evidente es que la confusión es producto de la insuficiente información que hay disponible. Aún así, lo que sabemos nos permite separar el agua del aceite para poder tener una mejor perspectiva.


El tamaño del problema

El Universal, p. 17/Opinión
Francisco Valdés Ugalde
Esta semana tuvieron gran resonancia las intervenciones públicas de Alejandro Martí y Nelson Vargas, padres, respectivamente, de un hijo y una hija secuestrados; el primero muerto, la segunda desaparecida. Cada uno denunció la ineptitud y negligencia de las autoridades. El viernes supimos que la SIEDO detuvo al ex “zar” antidrogas Noé Ramírez Mandujano y encontró motivos para pedir su arraigo. En los días sucesivos se supo que varios agentes de dicha instancia desertaron. Estamos, pues, empezando a definir las dimensiones del problema. El Consejo de Seguridad no podrá darnos buenos resultados pronto porque apenas se están dando cuenta de que el sistema constitucional que rige el federalismo está hecho para un gobierno autoritario controlado desde arriba y no para la coordinación política democrática. Se trata de un verdadero nudo gordiano que sólo se puede cortar si por encima de conveniencias políticas se hace pública la información sobre la extendida corrupción y la operación de la delincuencia.

¿Y qué les dijiste?

Milenio Diario, p. 14/Opinión
Luis Petersen Farah
Es el compromiso de explicar. Aunque no se pueden esperar grandes resultados en cien días, el Acuerdo Nacional de Seguridad ha servido ya para que el discurso oficial se acerque a nuestra realidad frente al crimen organizado; sin duda mejor que aquella repetición de intenciones triunfales, en nada parecidas a lo que se vive en muchas regiones del país donde el miedo, la extorsión, el secuestro y el exilio se han convertido en parte de la vida diaria. (…) Dar explicaciones puntuales implica contar las detenciones y los logros, es cierto, pero también reconocer que hay pánico y que por eso prácticamente no se denuncian los delitos del crimen organizado; que la cuarta parte de los mexicanos conoce a algún vendedor de drogas; que la mitad de los policías del país, aun de reciente contratación, son no recomendables, y que, como afirma la Sedena, la viabilidad del país está en riesgo. Es un paso, aunque sea crudo: a quien da explicaciones claras y puntuales se le cree. Y eso se necesita esta vez con urgencia.


Políticos al diván

Milenio Diario, p. 17/Opinión
Jorge Medina Viedas
No sólo se propone que vayan al diván sino también al laboratorio. La salud de los políticos tiene tiempo de ser una preocupación de la sociedad civil, dada la creciente interactividad entre los actores políticos y los ciudadanos, así como por la gran difusión que los medios hacen de las actividades de los primeros. Es cierto que no pocos políticos que se han encumbrado lograron superar algunas deficiencias físicas, podemos citar a Franklin Delano Roosevelt (poliomielitis) y a John F. Kennedy (enfermedad de Addison). Menos sujetos a la casuística que provoca una enfermedad física, los padecimientos mentales en los políticos son más llamativos. Convertida en espectáculo por los medios, la política le proporciona buen material humano para su programación cotidiana. Era vox pópuli que Fox tomaba el famoso antidepresivo Prozac. Ahora nos salen con que el Vaticano tiene un diagnóstico de Fox en el que se revela que “no es un hombre equilibrado” y “más bien manifiesta trastornos de personalidad como narcisismo e histeria”. Vaya sorpresa.

No se están esperando

La Jornada, p. 24/Opinión
Antonio Gershenson
Se pone mucha atención en la solicitud de las tres grandes empresas automotrices estadunidenses de un “rescate” multimillonario. Se dirigieron a la Cámara de Diputados (allá, de representantes). El presidente de la Comisión (allá es comité) de Energía y Comercio les parecía buen conducto. Este presidente era John D. Dingell, legislador por un área de Detroit, capital del automóvil en ese país. Llevaba 28 años de encabezar a los demócratas en esa comisión. Con tantos años ahí, este legislador no esperaba que hubiera un candidato “de oposición” cuando llegó el momento de renovar o ratificar al presidente de la comisión, muy importante para cuestiones de energía, calentamiento global y legislación sobre salud. Pero ahora se lanzó el diputado Henry A. Waxman, representante de un distrito de Los Ángeles, la ciudad que más medidas ha adoptado a lo largo de los años contra la contaminación ambiental. Se dice que el nuevo presidente de la Comisión de Energía y Comercio será mucho más compatible con el cumplimiento de las promesas de campaña de Obama en las áreas que le corresponden.

La reforma del Estado y la Constitución

La Jornada, p. 25/Opinión
Arnaldo Córdova
Hace unos días, Porfirio Muñoz Ledo dio un informe acerca del estado que guarda el debate político sobre la reforma del Estado. Aunque hay algunos avances que no son deleznables, deprime darse cuenta de que tras años de intentos por definir los grandes temas de esa reforma, una y otra vez, todos han acabado en miserables simulaciones que no han hecho otra cosa que escamotear los más sencillos acuerdos y escurrir el bulto a un debate a fondo. Lo que más a menudo se alega para relegar al infinito cualquier acuerdo es siempre el mismo: para hacer eso habría que reformar la Constitución y, al parecer, nadie quiere tocar la Constitución. Yo quisiera que alguien, con la Constitución en la mano, me señalara en dónde nuestro máximo código político ordena que esos “principios” jamás se deben tocar. La Constitución no es ningún obstáculo para que llevemos a cabo una reforma a fondo y hasta el final del Estado. ¿Por qué demonios quieren algunos que siga como una mortaja intocable que cada vez le sirve menos a la nación y a su pueblo?

Consecuencias de Bombay

Excélsior, p. 26/Opinión
Leon Krauze
Cuando faltaba muy poco para la elección presidencial en Estados Unidos, Joe Biden, hoy vicepresidente electo, le aseguró a un grupo de posibles donadores que no pasarían más de seis meses para que el mundo pusiera a prueba a un Obama presidente. El Partido Republicano intentó utilizar las palabras de Biden para atacar a Obama. La inexperiencia del candidato, decían, transformaría esa hipotética crisis a la que Biden se había referido en el principio de un periodo de debilidad estadunidense en la guerra contra el terrorismo. De acuerdo con la lógica republicana, alguna organización terrorista internacional trataría, en efecto, de comprobar la determinación de Obama, quien tendría que definirse, sin tener un minuto que perder, entre su preferencia por la diplomacia multilateral o el uso de la fuerza, como Bush. Al final, el electorado estadunidense no cayó en la trampa y optó por confiar en Obama. Pero Biden tuvo voz de profeta.

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