lunes, abril 20, 2009

Fernando Lugo: el obispo seductor

Era obispo, se decía teólogo de la liberación y que había escogido una opción preferencial por los pobres. Luego renunció a la dignidad eclesiástica del episcopado para hacerse presidente del Paraguay. La foto tomada del blog Detrás del papel muestra que de lo anterior, nada: le gusta la buena vida, y que le sirvan las viandas hasta en el jacuzi, pasea en una moto Harley de lujo y se va de pesca en helicóptero. Ah, y él también, cuando era obispo, sedujo a una joven y procreó un hijo. Es Fernando Lugo.

El Mundo lo llama El Presidente seductor.

Y describe esta escena de padrote:

Las ventanillas del auto estaban herméticamente cerradas, pero la joven mujer pensó que toda la ciudad había escuchado el bofetón que, en un rapto de cólera, le propinó su excelencia, el presidente de Paraguay. Ultimamente reñían por cualquier cosa y, en esa ocasión, la discusión fue por dinero. Viviana Carrillo, 26 años, le reprochó a Fernando Lugo, 58, su impuntualidad en el pago de la cuota con que ella mantenía al bebé y lo humillante que resultaba llamar a su despacho, una y otra vez, para recordarle sus obligaciones. «Me haces sentir como una mendiga. ¿Has olvidado que él es también hijo tuyo?». Fue a raíz de ese comentario que el ex sacerdote la golpeó. «No se te ocurra repetir eso jamás», disparó.

Relata: De casi dos metros de estatura y fortachón, Lugo parece uno de esos gigantes que no se enfadan casi nunca. Pero es marzo de 2009 y el gigante ya no es obispo. Es el presidente de Paraguay. Un heredero de la Teología de la Liberación metido a abofeteador de mujeres.

Describe a la víctima: Viviana tenía 15 años cuando, en 1998, el director del colegio San José Obrero reunió a los alumnos para hablarles de sus obligaciones patrióticas y del amor al prójimo. La chica, menuda y de finas facciones se sintió conmovida por la voz melodiosa de ese cura que en sus ratos libres visitaba a los enfermos de San Pedro, la provincia más pobre del Paraguay. Instruida en los Evangelios, la niña asoció al padre Fernando con los apóstoles de las láminas que ella y sus compañeras coleccionaban. "Cuando alguien mencionaba al director, Vivi se sonrojaba. Lo que sentía por Lugo no era enamoramiento, sino una extraña devoción".

Y narra la escena de la seducción: En el escrito que puso en manos de la Justicia, Viviana Carrillo relata como la llegada del inquilino cambió su vida. «Una vez llevé su ropa a la habitación y, al preguntarle si necesitaba algo más, él dijo que era a mí a quien necesitaba. A partir de entonces el acoso fue constante. Debido a mi corta edad [acababa de cumplir 16] fui seducida por sus bonitas palabras y por las promesas que hizo de dejar su cargo para compartir nuestras vidas y formar una familia».

El reportaje, AQUI

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