John Ristau, integrante del instituto de investigación GNS Science —enfocado en geología, geofísica y ciencia nuclear—, estima que el influjo de nuestro satélite en las mareas "aumenta las tensiones en la corteza terrestre" con lo cual, si al norte de la región de Canterbury había una falla a punto de romperse, la superluna haber sido "la gota que colmó el vaso", según indica el portal neozelandés Newshub.
No es la primera vez que una superluna tiene lugar poco después de un terremoto de gran magnitud. El 18 de marzo de 2011, este acontecimiento iluminó el cielo nocturno ocho días después de que un fuerte terremoto y un tsunami devastaran Japón y provocaran el desastre nuclear de Fukushima.
Además, en el período previo a la superluna de 2011, la ciudad neozelandesa de Christchurch sufrió un terremoto en el que murieron 185 personas. Ristau subraya que la falla que causó ese temblor no se conocía con anterioridad, como la que se encuentra al norte de Canterbury y provocó este último sismo.
Ristau detalla que, "si allí había una falla que estaba a punto de romperse, todo lo que necesitaba era un pequeño empujoncito" de la Luna llena, que provoca que las mareas tengan más fuerza.
Además, en el período previo a la superluna de 2011, la ciudad neozelandesa de Christchurch sufrió un terremoto en el que murieron 185 personas. Ristau subraya que la falla que causó ese temblor no se conocía con anterioridad, como la que se encuentra al norte de Canterbury y provocó este último sismo.
Ristau detalla que, "si allí había una falla que estaba a punto de romperse, todo lo que necesitaba era un pequeño empujoncito" de la Luna llena, que provoca que las mareas tengan más fuerza.
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