Salvador García Soto en su columna Serpientes y Escaleras, de El Universal, considera que aunque las encuestas en este momento confirmen una histórica caída hasta el tercer lugar de votación nacional y un grave deterioro de la marca PRI, asociado al derrumbe acelerado de la popularidad del presidente Enrique Peña Nieto, la interrogante de quién podría ser el candidato presidencial del partido gobernante se mantiene, aunque hoy se vea casi imposible, a un año cuatro meses de distancia, que el priísmo pueda retener la Presidencia de la República, con cualquiera que sea su candidato.
El meollo del asunto
El debilitamiento ha reducido la lista aspirantes priístas en la carrera presidencial, y según lo que miden y registran los sondeos rumbo a 2018, sólo hay tres prospectos del PRI en capacidad de disputar la candidatura de su partido: Miguel Osorio Chong, José Narro Robles y Eruviel Ávila Villegas.
En el camino se quedaron Luis Videgaray, controvertido canciller que hoy enfrenta el nada fácil reto de sacar una negociación positiva con el hostil gobierno de Donald Trump; el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, quien dice a todo el que lo quiera oír que para él “se acabó” cualquier posible aspiración; y el anulado secretario de Educación, Aurelio Nuño, a quien la reforma educativa y las grillas y golpeteos terminaron por engullir y anular, con todo y equipo de experimentados salinistas.
Aquí la columna
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