Un estallido de júbilo, una explosión de felicidad, un atentado a la inanición se expandió por toda la prisión, corrieron a bailar el rock (ción-ción). No piensen mal la lectora y el lector, todos los internos de la cárcel comieron lo mismo: cochinita pibil.
El meollo del asunto
Javidú bebió agua de jamaica y le dieron de postre una barrita de amaranto.
Eso sí le dolió al Gordo, dicen los trascendidos, porque a él de islas flotantes para arriba, cheescake de chocolate, pero ni modo, así es la prisión, corrieron a bailar el rock.
Pobre Javidú, solo y con su barrita de amaranto: esnif, esnif: te compro tu amaranto en 10 mil dólares.
No te vendo ni madres, wey, dentro de la barrita de amaranto viene la navaja con la que te vamos a dar aguacero de mayo. Pobre Javidú.
Aquí la columna
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