Sin duda, ha sido el periodo gubernamental más conflictivo entre la prensa y el huésped de Casa Puebla, derivado de la intolerancia que el mandatario tenía hacía la crítica y quienes pensaban distinto a él.
El meollo del asunto
El anterior gobernador de Puebla, Mario Marín Torres, era un político que odiaba a la prensa y siempre que podía decía de los periodistas “se creen Dios en el poder”. Su intolerancia hacia la crítica se frenó, en mucho, por el escándalo mediático de las grabaciones en la que se escucha su voz fraguando un detención arbitraria y violenta de la activista Lydia Cacho Ribeiro, por haber tocado los intereses del empresario Kamel Nacif, quien tenía una amistad estrecha con el entonces jefe del Poder Ejecutivo.
El anterior gobernador de Puebla, Mario Marín Torres, era un político que odiaba a la prensa y siempre que podía decía de los periodistas “se creen Dios en el poder”. Su intolerancia hacia la crítica se frenó, en mucho, por el escándalo mediático de las grabaciones en la que se escucha su voz fraguando un detención arbitraria y violenta de la activista Lydia Cacho Ribeiro, por haber tocado los intereses del empresario Kamel Nacif, quien tenía una amistad estrecha con el entonces jefe del Poder Ejecutivo.
Ahora que está a punto de concluir el mandato de Rafael Moreno Valle Rosas, se pueda afirmar que el actual gobernador superó en todo a Mario Marín en relación al odio hacia la prensa, en atentados contra la libertad de expresión y en esfuerzos por anular medios de comunicación incómodos.
Aquí la columna
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