Nunca se habían registrado tantas interrupciones por aplausos a un presidente de Estados Unidos hablando ante su Congreso. Noventa y tres. Al terminar la primera comparecencia de Trump ante el Legislativo, el líder de este poder, el joven estrella del Partido Republicano Paul Ryan, mientras caminaba apresurado para salir del Capitolio se limitó a decir: “fue un home-run”. Sí. Un home-run con la casa llena. Trump metió gol de chilena.
El meollo del asunto
Para aquellos que pronosticaban que Trump no terminaría su mandato, que le caería encima un impeachment (algo así como un juicio político), antier los republicanos se mostraron enamorados de su presidente. ¿Sus vínculos incómodos con Rusia? ¿El manejo de su fortuna? ¿Sus pleitos autoritarios con los medios? ¿Su salud mental? En el Capitolio no se notaba ninguno de esos nubarrones. No hubo medias tintas ni se exhibieron dudas o grietas. Los republicanos aplaudieron al magnate a rabiar y hasta de pie.
El martes por la noche, durante los 59 minutos de su primer discurso ante el Congreso, Trump logró demostrar que puede ser más que un tuitero berrinchudo.
Trump fue Presidente. Trump empieza, ahora sí, su mandato. Y aguas.
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