Héctor Aguilar Camín en su columna Día con día, de Milenio, describe como un rasgo kafkiano de las cárceles mexicanas, que de los 250 mil presos que hay en ellas, 104 mil no han sido declarados culpables ante la ley.
Estos 104 mil reclusos purgan lo que se llama “prisión preventiva”, es decir, están presos mientras se juzga su culpabilidad o su inocencia en procesos judiciales que pueden durar años, a veces más que la pena que merecería su delito.
La proporción de presos en prisión preventiva frente a los presos totales es usada por los expertos para medir hasta qué punto un sistema judicial abusa o no de la pena de cárcel. El abuso de la prisión preventiva en México es manifiesto: 42%.
El meollo del asunto
Ese porcentaje incluye una injusticia y un desatino adicional: la gran mayoría de los presos preventivos están en la cárcel por delitos menores.
De este modo, delincuentes menores son llevados a convivir con delincuentes mayores en espacios controlados por estos últimos. Una vez ahí, deben volverse sus cómplices o sus víctimas, las dos cosas en realidad.
Las cárceles se vuelven así escuelas del crimen en vez de espacios de corrección de la conducta criminal, como manda la Constitución.
Nuestras cárceles son espacios de motines anunciados
Aquí la columna
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