La noche del domingo se volvió a inundar y hubo que cerrarlo nuevamente. Las fotografías del lugar muestran una verdadera laguna en lo que se iba a “arreglar en dos semanas”.
El enojo contra una obra pública mal hecha, en la que murieron dos personas decentes y trabajadoras, no se esfuma con declaraciones ni se va con las lluvias.
El meollo del asunto
Ahí está lo que mata las acciones positivas del gobierno: la manga ancha, displicencia, ante los errores que con toda razón lastiman a la ciudadanía.
Esa obra costó dos mil 213 millones de pesos, más de mil millones más de lo acordado, y sólo duró tres meses, mató a dos personas y afecta a vecinos y cientos de miles de usuarios que con sus impuestos pagaron por ella.
El consorcio constructor respondió que sus empresas no son responsables del socavón. Entonces, ¿quién?
El gobierno no puede apostar al olvido en este caso, porque simplemente no hay olvido.
Queda en la memoria un sedimento de rabia por las “anomalías” de funcionarios de la SCT y constructoras que vienen a México a hacerse la América sin aportar calidad ni excelencia.
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