Su descalificación y agresión verbal contra Enrique Peña Nieto, un hombre formado por el Opus Dei, atento a los mandamientos éticos de la Iglesia, y probablemente el Ejecutivo más católico de todos los que se recuerdan en el México posrevolucionario, es inadmisible.
El meollo del asunto
Sus ataques obedecen a que como Presidente, Peña Nieto gobierna para todos los mexicanos bajo los principios del Estado laico, y no de sus agendas bíblicas. La intolerancia a la discrepancia, de quien sea contra cualquiera, es inadmisible. Pero en el caso de la Iglesia católica, la Constitución restringe sus derechos y haberes como institución. Que no se les olvide.
Aquí la columna
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