El barrio rebelde de Bustane al Qasr recuperó las risas y gritos de los niños, que aprovechan de este primer día de calma para divertirse y armar jaleo, rompiendo con un cotidiano en el que se enclaustran en sus casas para escapar a la muerte.
Otros, un poco mayores, juegan al futbol bajo un puente destruido, al igual que muchos edificios en el barrio de Chaar. Pero, este día del Eid al Adha, la fiesta musulmana del sacrificio (de un cordero que después es compartido en familia o con amigos), no es sinónimo, como antes de la guerra, de un festín. En la ciudad no hay alimentos.
Por primera vez desde la última tregua en febrero, los aviones no lanzaron sus bombas y los alepinos pudieron dormir plácidamente, pero los barrios rebeldes de la excapital económica y segunda ciudad del país, así como en las otras localidades sitiadas, esperaron en vano la distribución de la ayuda humanitaria esperada en virtud del acuerdo de tregua.
"La detención de los bombardeos está bien, pero no es suficiente. Queremos la llegada de alimentos", afirma a la AFP Abu Jamil, en Ansari, barrio de la parte rebelde de Alepo.
Por primera vez desde la última tregua en febrero, los aviones no lanzaron sus bombas y los alepinos pudieron dormir plácidamente, pero los barrios rebeldes de la excapital económica y segunda ciudad del país, así como en las otras localidades sitiadas, esperaron en vano la distribución de la ayuda humanitaria esperada en virtud del acuerdo de tregua.
"La detención de los bombardeos está bien, pero no es suficiente. Queremos la llegada de alimentos", afirma a la AFP Abu Jamil, en Ansari, barrio de la parte rebelde de Alepo.
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