Pablo Hiriart en su columna Uso de Razón, de El Financiero, considera que López Obrador quiere meter cizaña en el Ejército con miras a las elecciones del próximo año.
Por eso acusa a los mandos y exime “al pueblo uniformado”. Juega con fuego.
La respuesta del Ejército a López Obrador y otros actores políticos fue seria, profesional, sin prepotencia y bien documentada.
Ayer AMLO volvió al ataque al acusar a los presidentes Peña y Calderón de haber ordenado acciones militares que acabaron en masacres.
Ayer AMLO volvió al ataque al acusar a los presidentes Peña y Calderón de haber ordenado acciones militares que acabaron en masacres.
El meollo del asunto
En Washington, donde dijo que “el reclamo (por los 43 normalistas) tiene que ser a Peña, a las Fuerzas Armadas, a quienes intervinieron en ese crimen, no a nosotros”, iba acompañado de un entusiasta personaje en eso de culpar al Ejército por el crimen de Iguala: John M. Ackerman.
Es el mismo que el 26 de septiembre pasado escribió en La Jornada: “El comandante del 27 batallón de infantería en Iguala, José Rodríguez Pérez, quien se encontraba festejando con Abarca y Pineda la noche del 26 de septiembre (cuando ocurrió el secuestro y masacre), también ha gozado de absoluta impunidad”.
¿Hay alguna prueba de eso? ¿Una sola? ¿O son ocurrencias de quien quiere, de manera alevosa, acusar al Ejército?
Y López Obrador, ¿por qué lo lleva a Washington si es un mentiroso contumaz?
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