miércoles, marzo 15, 2017

Los árbitros se miraron en silencio, contrariados, pero resueltos y decidieron el paro

Carlos Loret de Mola en su columna Historias de Reportero, de El Universal, narra que en la cafetería del hotel Fiesta Inn del aeropuerto de Toluca, los árbitros mexicanos Francisco Chacón, Roberto García Orozco y Paul Delgadillo se miraron en silencio, no queriendo creer lo que acababan de ver por la televisión.
La Federación Mexicana de Futbol (Femexfut) anunciaba —viernes 10 de marzo, 7 de la noche— mínimas sanciones contra los jugadores Pablo Aguilar del América y Enrique Triverio del Toluca. Los silbantes habían pedido la aplicación del reglamento: un año de suspensión por agresión al árbitro.
Contrariados, decepcionados, pero resueltos, les bastó un gesto para saber cuál era el siguiente paso: el paro de árbitros.


El meollo del asunto

El cuarto integrante del grupo que lideró la huelga no estaba ahí en Toluca. Había seguido la transmisión en el vestidor del estadio Luis “Pirata” Fuente, donde se jugaría el primer partido de la jornada 10: Veracruz contra Puebla. José Luis El Negro Camargo se comunicó por teléfono con sus colegas. Él estaba puesto para abandonar el estadio en ese momento. Acordaron hacerlo con elegancia: informar a los comisarios de la Femexfut, avisar a los equipos, explicarles a los dueños de los dos equipos y salirse del recinto sin aspavientos.
Así que bastó una llamada entre el Fiesta Inn de Toluca y Luis el Pirata Fuente de Veracruz para activar el paro que cimbró a uno de los centros de poder más relevantes de la sociedad mexicana: el futbol.

Aqui la columna

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